En algunos casos se utilizan bolsas de plástico alargadas para evitar que se moje el suelo, sin embargo, el paragüero evita el engorro de llevarlo de un lado para otro y permite despreocuparnos transitoriamente.
Pero cuando llueve en demasía, como estos últimos días, los paragüeros que están en la puerta de los locales se llenan totalmente y casi no hay sitio. Y entonces el problema ya no es dejar el paraguas, sino encontrarlo después entre tantos otros, muchos de ellos iguales al nuestro.