Al otro lado está una discoteca donde la noche vibra con la intensidad del deseo y del placer. Cualquiera podría decir que el viandante siempre tiene, de este modo, la opción de elegir entre el placer y la vida recatada, una elección que muchos consideran entre la paz del cielo y el desenfreno del infierno. Pero después del pecado también cabe el arrepentimiento, y, de un modo u otro, antes o después, el peto siempre sale ganando.