Esta fotografía es muy elocuente. El amor a los libros y a la lectura no es exclusivo de una parte de la sociedad, sino que es algo extensivo a todas las clases sociales. La cultura siempre ha estado —o debiera estar— en todas partes, al alcance de todo el mundo. Hoy existen libros de muchos precios con el mismo contenido, en diferentes ediciones.
Quien no lee un libro es porque no quiere o porque ha tenido la desgracia de que no le han inculcado el amor a la lectura, a esa ventana abierta que puede tocar todos los temas inimaginables. Lo libros sirven para divertirse, para aprender, para transmitir sensaciones…
Este hombre de la imagen, que no ha tenido ni tiempo de cambiarse de ropa después de su trabajo, ha preferido ir primero a una librería para entretenerse y disfrutar un poco con los libros, para desconectarse de una realidad laboral rutinaria y ruidosa, quizá para vivir un momento de introspección personal.