Galicia es una tierra volcada al mar y el oficio de los marineros sigue cobrándose numerosas víctimas un año tras otro. Quienes se ganan la vida de ese modo, ya sea embarcándose, luchando contra el mar embravecido en las rocas y en los acantilados, o soportando la cruel humedad en las playas al recoger el marisco bajo la arena, se encomiendan primero a todos los santos aunque no sean creyentes practicantes, esperando su protección. Luego, cuando llega el día de la procesión de la Virgen, todos los habitantes del lugar participan con enorme devoción y recogimiento. Son unas tradiciones que se extienden por toda la costa gallega y esas ermitas, como la que se aprecia en la imagen, son el símbolo de estas tradiciones.