La lluvia sigue imparable en Galicia y en otras zonas de España. Los pantanos están al borde de su máxima capacidad, y los ríos a punto de desbordarse. En la ciudad de Vigo se notan los efectos de la lluvia sobre el asfalto y las calles relucen como si fueran auténticos espejos, tal como puede observarse en la fotografía tomada en la Rúa Príncipe.
Además, una visita al entorno urbano serviría para comprobar el llenado de los pantanos que abastecen a la ciudad y que constituyen una garantía de servicio para muchos meses sin necesidad de cortes o restricciones, como ocurría hace varias décadas. España carece de una política hidrográfica adecuada, en la que tendrían cabida nuevos embalses e incluso canales para transportar agua a zonas más desfavorecidas, tanto para riego como para consumo.
En su defecto, alguna empresa o persona emprendedora tendría que abordar el negocio de recoger y transportar de algún modo agua dulce a otras zonas geográficas que están sufriendo las desagradables consecuencias de su carencia. El proyecto parece algo descabellado, sin embargo, el agua dulce, por su existencia limitada, será uno de los mejores negocios del futuro, basta con observar determinadas zonas de España donde el racionamiento es algo habitual y el agua es un preciado tesoro.