La fotografía, tomada en la ciudad de Vigo a primeras horas de la noche desde el mirador del Paseo de Alfonso XII —o lo que queda de él— muestra un enorme trasatlántico atracado en el muelle de la Estación Marítima. La imagen del buque, con sus miles de luces, combina con las diminutas luminarias de la costa de O Morrazo formando un conjunto que contrasta con la sombría silueta de los edificios que están en primer término. Se observa, también, que alguno de esos edificios ocluye la vista del puerto y del mar como consecuencia de la permisividad urbanística de hace décadas. Sin embargo, no todo es penumbra y tristeza, pues la ciudad de Vigo, en ese momento de tomar la fotografía, relucía con cientos de luces repartidas por sus principales calles y plazas, un controvertido derroche luminoso que crece año tras año de modo imparable y que, de seguir así las cosas, también llegará a constituir un reclamo turístico para que los trasatlánticos hagan escalas nocturnas y sus pasajeros puedan disfrutar de una Navidad que trasciende las fronteras.