Quizá haya sido utilizado para un descanso tumultuoso, algunas noches de amor tremendo y salvaje, o quizá haya sido destrozado posteriormente a dejarlo en la calle. Sea como fuere, la imagen es pésima para una ciudad que se esfuerza en estar limpia y agradable, una ciudad en la que sus dirigentes municipales luchan por conseguir ese objetivo. Y para evitar estas imágenes existe un teléfono municipal gratuito donde solicitar la retirada de esos enseres domésticos que por su tamaño o por sus características no pueden introducirse en los contenedores. Al otro lado de la linea, con gran amabilidad, por cierto, se indicará el día y la hora de recogida. Entonces bastará con depositar esos objetos el día y a la hora indicada y un camión del Concello los recogerá de modo totalmente gratuito, sin ningún otro trámite. Esto es algo que sabe —o debiera saber— toda la ciudadanía. Pero ya se ve que es más mucho más cómodo abandonar los objetos a su suerte. Algunas veces se trata de electrodomésticos o de muebles en perfecto estado que se dejan a la vista con la intención de que alguien pueda reutilizarlos. Pero en la mayoría de estos casos, sobre todo si se trata de electrodomésticos —televisores, material informático, lavadoras…— algunos vagabundos los destrozan sin contemplaciones, sea cual sea su estado —incluso si se indica que funcionan—, buscando y extrayendo restos metálicos o de algún valor que luego venderán. Y después, en el mejor de los casos, los restos que quedan serán arrojados al contenedor —si está cerca, claro—, o abandonados en el mismo lugar, todo ello sin importar el grado de contaminación que provoquen esos escombros. Debería existir una mayor conciencia ciudadana sobre estos asuntos.