El chocolate es un buen remedio casero para levantar el ánimo. Dicen que es bueno para la piel, para la memoria, que aporta nutrientes como cobre, cinc y vitamina c, que también es bueno el corazón y, además de otras virtudes, que disminuye el estrés, algo que es de lo más importante en estos momentos de confinamiento.
El chocolate se obtiene de las semillas del cacao, que son astringentes y amargas, y su origen se remonta a más de tres mil años en Mesoamérica, lo que actualmente es México y parte de Centroamérica. Cuenta la leyenda que el dios Quetzalcoatl regaló el árbol del cacao a los mayas, con cuya lengua parece estar relacionado el nombre “xocolatl”, de la que deriva la palabra cacao. Con la conquista de América el cacao llega a España y Portugal —-que estableció el monopolio—-, pasando luego de al resto Europa, donde se desconocía hasta esa época.
Se consumía como una bebida hasta finales del siglo XIX y principios del XX, que es cuando aparecen sus primeras presentaciones en estado sólido, concretamente, en la ciudad inglesa de Bristol. Más tarde, durante la segunda Guerra Mundial, se incorporó en forma de barras a la alimentación de las tropas debido a su alto contenido calórico.
Actualmente existen numerosas variaciones, pero los bombones son los que tienen mayor éxito. Una de las marcas más conocidas de bombones es Ferrero Rocher, empresa italiana fundada en 1942 que luego fue expansionándose al resto de Europa. Fabrica unos bombones con el corazón de avellana y envueltos en un papel dorado que le imprimen una imagen característica e inconfundible. Los soportes tirados en el contenedor de basura y que se observan en la fotografía dan buena cuenta del éxito de estas delicias de chocolate que tanto gustan.