No tiene explicación que con “los presupuestos de la velocidad de la fórmula 1”, que anunció el alcalde para 2016, cifrados en casi 230 millones y con inversiones entre las que destacan un año más las reformas en las calles, no pueda dedicarse un pellizco a recuperar para el deporte de la ciudad una instalación de titularidad municipal. Además de subir a las cimas en modernos elevadores panorámicos, hay que bajar al subsuelo para cuidar de la firmeza de los cimientos -en este caso deportivos- de la ciudad.