Las calurosas temperaturas, con unas condiciones aparentes propias de la primavera o del verano, más que del otoño, inducen a muchas personas a continuar sus visitas a la playa e incluso a bañarse en el mar. Propician, también, el turismo y los deportes náuticos. Sin embargo, la pertinaz sequía amenaza con provocar restricciones en el abastecimiento de agua potable. Asimismo, las poblaciones del interior, donde la vida y la economía gira en torno al campo y a la ganadería, están al borde del caos: no tienen agua para regar los campos ni para dar de beber al ganado; la situación es desesperada. La fotografía representa el otoño, pero este no es un otoño como en otras ocasiones, seguramente porque el cambio climático es una realidad que algunas personas se empeñan en rechazar a pesar de las evidencias.