Muchos vigueses todavía lo recordarán. Estaba ubicado en la calle del Príncipe, flanqueado por la también histórica “Academia Vivas” y por “Calzedonia”, un moderno establecimiento de lencería. El escaparate de aquel estanco estaba lleno de pipas de todo tipo, de encendedores de todas las marcas y de útiles de fumador. Pero también mostraba la propaganda de los sorteos de la Lotería Nacional, de los botes de las quinielas de fútbol, y los de la Bonoloto y de la Lotería Primitiva. Y en su interior, tras el mostrador, estaba un reducido equipo de personas que siempre estaban atentas al deseo del cliente, ya fuera para adquirir un décimo de lotería, para el sellado de alguna quiniela, o para comprar algún paquete de tabaco de la marca preferida, o incluso para hacerse con algún puro habano. Y tras el mostrador estaba Juan, que formaba parte de ese pequeño equipo y que luego vio desaparecer el establecimiento. En la actualidad, Juan atiende, con la misma amabilidad y eficacia de siempre, un concurrido -y minúsculo- puesto de sellado de boletos en la viguesa Porta do Sol, muy próximo a aquel estanco histórico que se muestra en la fotografía y que sólo existe en la memoria de los vigueses, en el recuerdo.