Quizá sea otra etapa de la compleja evolución del mundo animal. Sea como fuere, y compitiendo con las voraces gaviotas y palomas, las primeras tan carroñeras y agresivas y las otras tan insistentes y bobaliconas, los pequeños pájaros se van haciendo un hueco entre ellas, cobrando cada vez mayor confianza a nuestro alrededor y proximidad. Y ellos también esperan a que queden restos de los pinchos en las mesas de las terrazas o que se caigan al suelo algunas migas. No tienen miedo porque su imagen inocente resulta agradable y cercana, muy diferente de otras aves de mayor tamaño. Y para ejemplo esta fotografía tomada en la terraza de una cafetería de la ciudad de Vigo. El gorrión parece esperar, quizá con excesiva confianza, a que los clientes también le dejen a él alguna propina en ese platillo que sujeta el tique de las consumiciones.