Tras el revuelo, la alarma y la mortandad de la fragata «Abella», se inicia el reembarque de pasajeros. En este día vuelven a la nave, 31 “robustos colonos”, para probar si el buque se hallaba totalmente purificado. El 30 se embarcó el resto, y en estas dos operaciones no hubo la menor novedad, ni en los pasajeros ni en los 33 individuos más que componían la tripulación de la fragata.
“El buque se halla como salido de astilleros -dice una información periodística-; fue rascado interiormente; se baldeó y estuvo días y noches en ventilación; se pintó y barnizó de nuevo, y fue caleado el sollado, después de haber recibido repetidas fumigaciones y aspersiones”… «Era encantador y tierno el cuadro que ofrecían en su embarque los rejuvenecidos colonos. Cual se entregaba a mil transportes de gratitud, cual abrazaba a los empleados del establecimiento, apellidándoles sus salvadores; y todos, se despedían con las lágrimas en los ojos de aquella isla hospitalaria y benéfica, a donde llegaron como el que se arrastra hacia la tumba y en la cual hallaron la vida y la salud. Sólo quedan ya en el hospital nueve convalecientes, pero sin ningún género de gravedad.”
Habían fallecido en San Simón 15 atacados del cólera, algunos de los cuales entraron allí moribundos. Otros 13 graves se curaron, habiéndose evitado el contagio de los demás. En consecuencia, el Gobierno decretó el levantamiento del cordón sanitario terrestre, que se había establecido en torno a Vigo. Las autoridades prohibieron que continuase la polémica entre los doctores Gallego y Noguerol, en la que había terciado también, a favor de éste último, el médico de la Armada don León Checa.
Otra noticia optimista se registra en este día. Se dice que tan pronto como terminen las obras de la carretera general de Vigo a Madrid, será establecida una nueva empresa de carruajes, que hará el viaje desde este puerto a la Corte en dos días y medio. De momento, las diligencias únicamente llegaban a Ponteareas; el viaje a Madrid se hacía vía Santiago y Coruña, y se tardaba en llegar a la capital cinco o seis días…Si las cosas rodaban bien.
29 de mayo de 1854. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Editorial Monterrey, 1960).