Sin embargo, el acceso a ese mirador se hace subiendo unos toscos escalones de piedra que si resultan difíciles de superar en la subida, constituyen una peligrosa aventura cuando se bajan, sobre todo para las personas de cierta edad.
Sería muy buena idea -sin menoscabo de la conservación del patrimonio histórico- colocarle una barandilla que protegiera a quienes las utilicen, antes de que alguien vaya escaleras abajo y luego todo sean lamentaciones.