Cómo evolucionan los tiempos. Ahí tenemos el anuncio de una farmacia en un segundo piso de una céntrica calle de la ciudad de Vigo. Una cruz grande y luminosa para que se vea en lontananza. Y es que las farmacias de hoy tienen que hacerse visibles entre las parafarmacias y tantas otras modernidades. Incluso las hay que ofrecen algunos de sus productos mediante máquinas de vending. Antaño tenían fama de ser un gran negocio dependiendo de su ubicación, pero como todo cambia, ahora ya no es lo mismo y, además de medicamentos dispensados ya sea con o sin receta, según los tipos, también ofrecen algunos productos de aseo y de belleza. Porque desde hace muchos años tienen sobre ellas la espada de Damocles de la liberalización del sector y se ven obligadas a defender la razón de su existencia, que debería quedar sobradamente garantizada con la calidad de los productos que ofrecen, con su enorme servicio de atención a la sociedad, y con la seguridad de un personal debidamente cualificado. Pero ante todo está la mercadotecnia, que también les afecta, y la propaganda también vale incluso desde un balcón.