«El médico de Baiona, D. José de Novo, da cuenta de una grave epidemia de fiebre, que ha observado en los hospitales de aquella villa y de Vigo. En éste “todos los enfermeros, cabos de sala, enfermero mayor, comisario de entradas y contador, se contagiaron, y de éstos han muerto algunos.”
La epidemia se había extendido, al parecer, por contagio de los soldados franceses, traída de otras tierras y aclimatada entre nosotros, como triste tarjeta de visita. El avispado galeno propone “que todo vecino, sin excepción de persona, junte un haz de ramas de laurel, mirto, salvia, tomillo, cortezas verdes de pino y sus piñas, y a la puerta cada uno de su casa, a una misma hora y a un mismo tiempo, hagan hogueras de dichos efectos; y luego que éstas vayan a concluirse, se echen en ellas de dos a tres onzas de azufre molido… Con este método, como es bien notorio en las villas de la Pobra do Caramiñal, en un contagio desolador que allí tuve, a pocos días tuve el gusto de ver calmado dicho contagio.”
Parece ser que en Baiona, tras la masiva fumigación, que el pueblo se aprestó a realizar, obedeciendo las indicaciones del galeno don José de Novo, desaparecieron las fiebres. En cuanto a las medidas sanitarias tomadas en Vigo, nada sabemos, pero es de suponer que fuese imitado tan purificador ejemplo. ¡Qué hermosa y anticipada foguería de San Juan, con el aire oliendo a laurel, a tomillo, a salvia, a romero! Y por si el mal de brujas, muy bien estaban aquellos polvillos finales de azufre molido.
Francamente, uno sentiría gran gozo en encender una hoguera así a la puerta de su casa, Pretextos no faltan, alabado sea Dios».
11 de mayo de 1809. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Ediciones Monterrey, 1960).