En muchas casas sólo quedaban las mujeres y los más pequeños durante días, semanas, meses y años. Ahora son otros tiempos y emigran los más jóvenes, los más preparados, y eso, unido a que la natalidad ha decrecido hasta límites alarmantes, está vaciando la comunidad autónoma. Van quedando los mayores, cada vez más numerosos, que llenan las casas y los asilos y que pasean sus dolencias —y en muchos casos su enorme soledad— por las calles y plazas. Está claro que Galicia envejece y es urgente buscar soluciones reales para evitarlo, es necesario incentivar la natalidad y crear buenas oportunidades laborales para nuestros jóvenes.