Lleva un sombrero calado y un abrigo que casi le llega hasta los pies. Como si tuviera frío. Aunque también puede tratarse de un hombre prudente, de esas personas que hacen caso al conocido refrán: “Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”.
Lo cierto es que las temperaturas han tardado en estabilizarse y hasta hace unos días han estado manifestándose como los dientes de una sierra: un día con temperaturas altas y al día siguiente con caídas de diez o quince grados; un día vestidos de invierno y al día siguiente vestidos de verano. Así las cosas, quizá tengamos que darle la razón y no precipitarnos quitándonos las prendas de abrigo.