Ahí vemos las pisadas de varios animales y de algún ser humano que ya se ha adaptado al uso del calzado. Son huellas que han quedado recogidas en el cemento de la entrada de un garaje de una calle cualquiera. Sin embargo, lo curioso de la imagen son esas huellas que un experto rápidamente identificaría como de un perro de grandes dimensiones, pero que el profano podría llegar a pensar en alguna fiera escapada del zoológico, quizá de un plantígrado, de un oso.