Las lluvias han sido persistentes y los temporales se han ido sucediendo uno tras otro, como un rosario de tempestades que antes se llamaban galernas y que ahora tienen nombre propio y hasta es muy probable que no tarden mucho en ponerles apellidos. La humedad en estos días es muy elevada y molesta, sin embargo, resulta indispensable para los cultivos, para la energía y para el consumo, y también para conservar ese manto verde que caracteriza nuestra tierra. Tiempos secos vendrán en los que se añore un poco de agua para mitigar su escasez y para refrescar la canícula. Por lo pronto, vaya esa imagen tomada en las proximidades de la Universidad de Vigo en la que la niebla casi no deja ver el bosque.