Esta fotografía, tomada a pie de calle en la ciudad de Vigo, demuestra una gran dosis de buen buen humor así como el talento de quien revive el cuento infantil de Caperucita y el lobo, incluso dándole una cierta dosis de crítica, la crítica de las situaciones que los años infantiles no perciben y que luego se desarrollan como si fueran unas tareas pendientes. Así es como participan las comparsas y las familias con disfraces comprados o diseñados por ellos mismos en base a la imaginación de cada uno.