Pero no todo el mundo respeta lo que pagamos con dinero público, un dinero de todos. En la fotografía observamos a una persona que fotografía a su perro haciendo sus necesidades junto al Dinoseto, con todo el descaro e impunidad, inmortalizando su propia falta de civismo. Pero la culpa no la tiene el perro, que es inocente, sino su dueño. Y estos casos no deberían pasar inadvertidos ni tampoco impunes.