Totalmente razonable porque la única alternativa posible para aparcar en otro lugar es el aparcamiento de pago, con un precio desproporcionado para quienes tengan que permanecer varias horas en el hospital, a donde nadie va por gusto. Y a esta insumisión anima, todavía más, la presencia de bolardos de cemento de forma prismática en el bordillo de las aceras, tal como puede observarse en la fotografía -pintados de amarillo-, y que sin duda han sido puestos para disuadir a quienes pudieran intentar aparcar sobre ellas. Todo esto explica la insumisión contra el cobro por unos servicios que debieran ser totalmente públicos y gratuitos.