Las brumas en conjunción con las luces matinales provocan una atmósfera que evoca tranquilidad, ensoñación, incluso cierta melancolía. Pero esa isla, la Isla de San Simón, está cargada de historia, una historia que no todo el mundo conoce. En un pasado fue testigo de excepción de la “Batalla de Rande» —conocida en el extranjero como la “Batalla de Vigo”—, acontecida en el año 1702. Se utilizó como un lazareto donde confinaban a los enfermos de lepra, siendo la parte que se observa a la izquierda, la que se une a la otra más grande mediante un pequeño puente, donde recluían a los ya desahuciados, y les dejaban la comida a mitad del pasadizo para no contagiarse. Fue, también, un lugar de concentración de viajeros que llegaban de lejanos países de ultramar, a los que se les vigilaba durante un tiempo prudente por si presentaban enfermedades tropicales. Durante la Guerra Civil de España, entre 1936 y 1939, y durante la posguerra, se utilizó como cárcel y en ella padecieron y murieron numerosos prisioneros,. Aquellas historias trascendieron al cabo de los años, y algunas incluso llegaron a ser argumento de novelas y de películas que trataron de reflejar el sufrimiento y el horror. Luego, la Isla de San Simón ha estado muchos años dentro de un paréntesis que casi ha sido un —-imperdonable—- olvido, hasta que se encargó al arquitecto gallego César Portela la realización del proyecto de recuperación de la isla. Quien la visite en la actualidad podrá comprobar que César Portela ha conseguido conservar todos sus rincones históricos y sus construcciones. Pero lo cierto es que en su etapa actual pasa un poco inadvertida, seguramente por falta de promoción, algo que resulta necesario para dar a conocer una de las joyas históricas de Galicia.