Este 2024 se cumplirá el sesquicentenario del creador de la revista ilustrada que mejor ha retratado Galicia en su historia. Porque el 11 de septiembre de 1874 nacía en Vigo el periodista Jaime Solá Mestre, fundador de “Vida Gallega”, una auténtica joya semanal que perduró durante 697 números desde que apareció en 1909, con su portada diseñada por Castelao, hasta que desapareció en 1938.
Solá pertenecía a una familia de origen catalán relativamente adinerada, ya que su padre era poseedor de un buen paquete de acciones del balneario de La Toja, instalación turística que hacía aparecer en su revista una y otra vez, recogiendo las visitas de los personajes ilustres que acudían al Gran Hotel.
Tras estudiar Derecho en Santiago de Compostela y Valladolid, este inquieto vigués decidió dedicarse profesionalmente al periodismo. Primeramente, compró el periódico “El Independiente”, al que cambió la cabecera por “Noticiero de Vigo”. Pasó luego un tiempo en Madrid en la redacción de “El Globo” y, con sólo 18 años, el 5 de julio de 1892, fundaba la revista “Poquita cosa”, a la que seguiría otra enfocada a un público adolescente: “Vigo Juvenil”.
Pero su gran legado fue la revista “Vida Gallega”, que recogió durante casi tres décadas las grandes crónicas sociales del país, de modo que sus números nos permiten recorrer la historia gallega del primer tercio de siglo a través de sus incontables imágenes. “Con su cámara fotográfica y su cuaderno de notas, Solá recorrió todos los rincones de Galicia para sorprender su latido vital y después registró en las páginas de su revista la crónica viva y el documento gráfico de paisajes, acontecimientos y gentes”, afirma Xosé María Álvarez Blázquez en su obra “La ciudad y los días”.
Además de Castelao, también contó entre sus colaboradores con el pintor Carlos Maside. El objetivo de Solá era hacer una revista de gran calidad, por lo que sus páginas centrales de huecograbado son un material gráfico todavía hoy muy valioso, para el que contó con la colaboración de los mejores fotógrafos gallegos de su época en todas las ciudades del país. Además, quiso dar voz e imagen a la emigración, recogiendo las actividades de la comunidad gallega en el exterior, con especial atención fotográfica a los centros gallegos de Buenos Aires o La Habana.
De hecho, Solá era consciente de que “Vida Gallega” era una revista que podría triunfar con la Galicia emigrante, que viajaría con sus ojos de regreso a su país a través de aquellos reportajes fotográficos de sus villas y ciudades. Poco después de lanzar la publicación, invirtió dos años en viajar por Sudamérica para contactar con la comunidad en el exterior y establecer lazos para sus corresponsalías.
Además, Jaime Solá hizo incursiones en la literatura, sobre todo con relatos como en las obras “Cuentecillos” o “Anduriña”, aunque también ensayó la poesía con los poemarios “Todo malo” (1895) y “El nacer de un día” (1919).
Hay que decir que, desde la propia cabecera en castellano –“Vida gallega”- nunca prestó atención a la lengua gallega, aunque sí colaboraron con él grandes pensadores del galleguismo. Cuando entró como miembro de la Real Academia Galega lo hizo en 1939, hacia finales de la Guerra Civil.
Solá fue también un activo ciudadano, implicado en la vida política viguesa de su tiempo. De hecho, participó en la histórica reunión de la isla de Toralla celebrada el 11 de agosto de 1911 en la que se suscribieron las acciones de la futura Compañía de Tranvías Eléctricos de Vigo. Junto a él, se sentaron otros apellidos ilustres como los Losada, Mirambell, Miguel Fernández de Lema, Eugenio Arbones o Ricardo Mella.
Se conserva una foto entrañable de la redacción de la revista “Vida Gallega” en Vigo en el año de su fundación en 1909, en la que aparecen el fotógrafo José Gil, Juan Tato Lens, Julián García Larrú, Julián Iglesias y el propio Jaime Solá. Este año se cumple el sesquicentenario del nacimiento en Vigo, el 11 de septiembre de 1874, de este periodista insigne.