Esta imagen no es precisamente la mejor de la ciudad de Vigo, la que quiere la mayor parte de su ciudadanía. La imagen está tomada hace unos días en la Avenida das Camelias, en la diminuta plaza donde se toma el ascensor para bajar a la Rúa Menéndez Pelayo. El Concello de la ciudad se esfuerza en mantener limpios todos los rincones y con frecuencia se observa a los operarios de limpieza haciendo su trabajo.
Sin embargo, estos desperdicios estuvieron allí, en la plaza, prácticamente todo el día. Son los restos de una juerga nocturna, de esas que ahora llaman botellón. Todo el mundo tiene derecho a divertirse, por supuesto, pero el respeto a los demás es fundamental y de ahí la necesidad de evitar ruidos molestos y la obligación de recoger los residuos al finalizar. El Concello hace su trabajo, por supuesto, pero la ciudadanía también tiene que ocuparse de su parte. Lo contrario, como ha ocurrido aquí, es una cuestión de incivismo y, además, una demostración de ignorancia.