La ciudad de Vigo lleva décadas a la espera de su conexión de alta velocidad con Madrid. Todo han sido y siguen siendo promesas, pero la realidad tangible no se ve. Mientras A Coruña y Ourense ya disfrutan de una conexión realmente rápida con Madrid, la ciudad de Vigo sigue ninguneada.
Desgraciadamente, el problema no radica en un único partido político, porque tanto el Partido Popular, que está al frente de la Xunta de Galicia y en su momento al frente del gobierno de España, como el PSOE, que le ha ocurrido lo mismo y que actualmente está en el gobierno de la nación, el caso es que, por mucho que digan, el tren de alta velocidad no llega realmente a Vigo.
Se habla de promesas, de estudios previos… La verdad, la realidad, es la que se ve: todo son enredos interminables para justificar los retrasos. Los trenes llegan a Vigo, pero a paso de tortuga, con retrasos inconcebibles, con averías ridículas y vergonzosas, y, además, lo que constituye una auténtica burla: los trenes van dando un rodeo por Santiago antes de dirigirse a Ourense.
El tren Alvia, cuya diferencia con el AVE son unos pocos minutos en el viaje a Madrid, alcanza una velocidad máxima de 250 km/h frente a los teóricamente 300 km/h del AVE. La diferencia no es excesiva y a ello se suma el rodeo por Santiago, algo que nadie se explica.
La fotografía corresponde a la estación madrileña de Chamartín, con el público observando la pantalla que indica un retraso en la salida del Alvia en dirección a Vigo, un retraso que resultó ser de más de media hora, de tal modo que obligó a devolver la mitad del importe del billete. Pero el público lo que quería era que el tren cumpliera su horario para llegar a tiempo a sus compromisos o simplemente porque eso era lo estipulado. Un desastre.
Por qué ese empeño en olvidar y perjudicar a la ciudad de Vigo con esa falta de conexión de alta velocidad. Y tampoco se encuentra explicación razonable a la pasividad para el enlace ferroviario con Portugal, para la que todo son dificultades. Observando todo esto se llega a la conclusión de que el gobierno de España, ahora en manos del PSOE, pero antes en manos del Partido Popular, prefiere el enlace con Madrid en vez de hacerlo con Vigo y con Galicia.
Qué le importa a la ciudadanía de Vigo que el ministro de turno prometa y prometa si luego la realidad tangible es la que se ve: retrasos, rodeos…, burlas, en definitiva. ¿Acaso tendrán el ridículo miedo en Madrid de que Vigo y Galicia terminen anexionándose a Portugal? ¿Qué hacen los grandes partidos políticos españoles? ¿Será necesario un gobierno gallego nacionalista para defender y exigir lo que a Vigo le corresponde? La realidad es que la alta velocidad que han prometido durante décadas a la ciudad de Vigo es una auténtica burla.