Los vigueses subimos al Castro a pasear o a echar migas de pan al estanque de los patitos. Como si en aquella fortaleza nunca hubiera pasado nada. Pero esos muros cobijan una larga historia, con episodios dramáticos. Como el que se vivió hace ahora tres siglos, cuando una masiva expedición de castigo arrasaba Vigo. Los británicos desplegaban en la ría viguesa un formidable ejército con 80 barcos de guerra y 40 de transporte. Y, tras tres días de asedio, obtenían una gran victoria aquí olvidada, pero muy popular allí, donde abundan libros y referencias al respecto. La página de Wikipedia del hecho es cuatro veces más grande en inglés que en castellano.
Este hecho de armas es conocido en el Reino Unido como ‘The Capture of Vigo’ o ‘British Expedition to Vigo’, cuando en octubre de 1719 los vigueses se veían obligados a rendirse y a entregar la plaza a las huestes de Lord Cobham. Hubo trescientos muertos y heridos entre los defensores, en una auténtica carnicería.
La ‘Toma de Vigo’ se enmarca en la Guerra de la Cuádruple Alianza y se diseñó como una expedición de castigo por el apoyo español al levantamiento jacobita en Escocia, que terminó con la derrota de las tropas de Felipe V en la batalla de Glen Shiel. El intento del monarca español de sublevar a los escoceses contra los ingleses, y de poner en el trono a Jacobo III, terminó como un desastre que los británicos quisieron vengar y eligieron Vigo para hacerlo.
El octubre de 1719 se presentan en la ría viguesa 80 barcos de guerra junto a 40 buques de transporte. Comandaba la flota Lord Cobham junto a las fuerzas navales del vicealmirante James Mighels, que incluían cuatro poderosos navíos de línea: HMS Ipswich, HMS Enterprise, HMS Biddeford y HMS Kinsale. Además, fueron embarcados 6.000 soldados dirigidos por el mayor general John Wade.
La historiografía tradicional viguesa (José de Santiago, Xosé María Álvarez Blázquez, etc…) sitúan la llegada de los ingleses el 10 de octubre. Por el contrario, la historiografía inglesa la sitúa en el 1 de octubre de 1719. Y muchos han pensado que se trata de un error, pero nadie miente.
Encontramos un ejemplar de la época del diario ‘The London Gazette’ que señala el 1 de octubre como la fecha del desembarco, sin ninguna duda. Pero es que ambas fechas son correctas. Y a veces esto ha provocado no pocos problemas para datar acontecimientos como la batalla de Rande, según se usen unas u otras fuentes. La clave está en que el calendario Gregoriano fue adoptado en España en 1582, mientras que Gran Bretaña no lo asumió hasta 1752. Así que siguieron con sus 10 días de desfase con respecto al calendario Juliano, bajo la premisa de que era mejor “estar en desacuerdo con el Sol que estar en consonancia con el papa”. De aquí vienen muchos desfases de fechas que a veces salpican la historia viguesa. Para mal, porque no se descuentan los días precisos cuando se acude a fuentes británicas.
Pero volvamos a la toma de Vigo, el 10 de octubre (fecha local) el brigadier Philip Honeywood desembarcó en Navia con 800 soldados y lanzó un ataque contra el castillo de San Sebastián, tomando por sorpresa a los defensores vigueses, aunque no pudieron capturar la fortaleza.
A partir de aquí comienza un horrible asedio. Lo británicos descargaron piezas de artillería y desataron un bombardeo pesado sobre Vigo. Tras muchas horas bajo el fuego enemigo, el día 12 los defensores se retiran hasta la fortaleza de O Castro, donde se refugian 400 soldados y otros tantos paisanos. Inmediatamente, se sitúan en la ría varios buques británicos que cañonean el castillo sin descanso. “El día 13, pusieron los enemigos una gran batería de morteros detrás del fuerte de San Sebastián”, narra el “Diario del sitio del Castro de Vigo por los ingleses en 1719”, crónica de los hechos descubierta por el escritor Fermín Bouza Brey.
El bombardeo prosiguió hasta el día 14 de octubre, con la desgracia de que “tiraron con tal acierto que todas las bombas entraban dentro del castillo”, sin que los defensores tuviesen dónde guarecerse salvo la pequeña capilla y unas tiendas de campaña.
El 17 de octubre, envían los ingleses un parlamento con bandera blanca, pero los defensores descartan la rendición. De regreso a su posición en el centro de la villa de Vigo, “saludaron al castillo con una carga de más de cuarenta bombas y continuaron hasta la noche sin parar, y sólo en ese día arrojaron más de seiscientas bombas dentro del castillo”, narra el cronista de la época. Finalmente, se rinden, constatando “el miserable estado en que se halla la guarnición y que los heridos ya no cabían en una mina que servía de hospital, que no había oficial ni soldado que se pudiese mantener en pie, ya que hacía seis días y noches que ninguno comía ni tenía el menor descanso”. Los sitiados cesan la defensa de la plaza el día 18 y le entrega de Vigo se hace efectiva el día 19 de octubre.
Más de 300 defensores vigueses murieron o resultaron heridos en el asalto y el bombardeo. La pérdida británica fue de sólo seis muertos y otros veinte heridos.
Tras la captura de Vigo, las tropas de Lord Cobham se entregaron al saqueo. Decomisaron una gran cantidad de armas y municiones, que sospecharon que se almacenaban “para una futura invasión de Inglaterra”. Los atacantes se llevaron buena parte de este arsenal, mientras que inutilizaron el resto. Las cifras hacen sospechar que tenían razón los británicos: Vigo acumulaba demasiadas piezas de artillería que tendrían algún fin mayor que el de la mera defensa de la plaza. Sesenta grandes piezas de cañón fueron saboteadas en las murallas y castillos de Vigo. Otras cuarenta y tres piezas de artillería se hallaron en el interior, junto a grandes morteros. Además, siete barcos fueron capturados en el puerto, de los cuales tres fueron equipados para corsarios.
Cuando los británicos terminaron con las armas, encontraron los almacenes donde se guardaba el vino. Durante tres días, la borrachera general derivó en saqueos, abusos y asaltos sobre la población civil. Lord Cobham puso fin a estos desmanes ordenando que el resto del vino fuera embarcado como botín.
Tras la toma de Vigo, los británicos marcharon sobre Redondela, que encontraron indefensa y con los vecinos huidos. El mayor general George Wade ordenó saquear los almacenes y quemar las casas. También atacaron Pontevedra, que ocuparon sin resistencia para tomar luego el puerto de Marín. No contentos con ello, Lord Cobham envió emisarios a Compostela con la amenaza de ocupar la ciudad. Las autoridades de Santiago se rindieron de inmediato y entregaron 40.000 libras para evitar la visita de las tropas.
El 24 de octubre, Cobham embarca a su ejército para poner rumbo de vuelta a Inglaterra. La noticia de un enorme botín recorre las islas británicas: se habló de 199 cañones de hierro y 30 de bronce, con diez mil armas de fuego y dos mil barriles de pólvora. Los británicos están convencidos de que ese arsenal se almacenaba en Galicia para preparar una posible invasión de su país.
La Captura de Vigo (The Capture of Vigo), también conocida como la Expedición Británica a Vigo (British Expedition to Vigo) fue un gran éxito militar británico. Demostraba que, con una pequeña pero eficaz fuerza naval, ayudada por artillería e infantería de marina, podían destrozar casi cualquier punto de la costa española. El impacto para la corona de Felipe V fue dramático. La sensación de indefensión recorrió el país. Y comenzaba sin duda el momento estelar de la armada británica y su supremacía naval mundial, que ya habían demostrado en el mismo escenario casi dos décadas antes, en la Batalla de Rande (The Battle of Vigo Bay) en 1702.
Todo ello ocurrió en Vigo hace tres siglos: una guerra olvidada y una tragedia para la ría viguesa. Y una historia dramática tras los muros de piedra de la vieja fortaleza del Castro.