La casa que muestra la fotografía se conoce como “la casa de los Ricoy” y también como la casa de Molinos. Está ubicada a la orilla del río Lagares —antaño conocido como río Sárdoma—, muy cerca de su desembocadura y enfrente de una gran marisma. Se hizo muy conocida, además de su molino, porque el tranvía que hacía el servicio hasta la playa de Samil, una vez pasado el puente de piedra, giraba en una pronunciada curva enfilando luego la playa por la orilla del río.
En la actualidad, esa marisma constituye una importante reserva de aves. Antaño, en el siglo XIX, llegó a ser utilizada como salina mediante unas compuertas que aún pueden observarse en algunas zonas del río. Retenían el agua del mar cuando subía la marea y luego se esperaba a su evaporación, favorecida por el calor y por la enorme superficie.
Adquirido por Norberto Velázquez Moreno
Norberto Velázquez Moreno adquirió el antiquísimo molino en 1850 y falleció en 1852. En ese tiempo amplió el molino, de dos muelas a cuatro. Unos años más tarde, Juan Ricoy Prado, bisabuelo de los actuales dueños, adquirió el molino y una pequeña casa anexa a los herederos de Norberto Velázquez Moreno. Más tarde se llevó a cabo una ampliación de la casa hasta su estado actual, quedando patente en la diferencia de las piedras utilizadas.
Una empalizada permitía retener el agua
El molino ocupaba un anexo de la casa que puede apreciarse en primer término en las fotografías. A su lado, un antiguo puente de piedra que hoy queda un poco oculto por otro de moderna construcción. A finales del siglo XIX se produjo una importante sequía y se construyó una empalizada junto al puente. Fue para retener el agua de la marea y posteriormente mover el molino, de ahí su catalogación como molino de mareas. Un antiguo plano muestra la disposición del molino, del puente y de la empalizada.
Sin embargo, la pequeña presa provocaba la inundación de las tierras de algunos vecinos y se produjo un contencioso que se resolvió favorablemente a los propietarios del molino, y que está debidamente documentado. En la sentencia se tuvo en cuenta su necesidad imprescindible para que la vecindad pudiera seguir moliendo sus granos y no tuviera que desplazarse con la carga a grandes distancias.
Hasta el principio de los años sesenta del siglo XX.
La familia Ricoy mantuvo el molino en funcionamiento hasta el principio de los años sesenta del siglo XX. Con el paso de los años, el anexo donde estaba instalado el molino fue vendido a terceras personas que decidieron por su cuenta modificar esa estructura y eliminarlo. En la actualidad, la rama familiar propietaria de la casa ha podido recuperar todo el conjunto de la propiedad, que se encuentra perfectamente restaurada, a excepción del anexo.