Es un emblema de la ingeniería y un símbolo de la ría de Vigo cuyas obras cumplen ahora medio siglo. Porque el 17 de diciembre de 1973 se colocaba la primera piedra del puente de Rande, con sus 1.558 metros de longitud, con una luz central de 400 metros, la cual, en el momento de conclusión de las obras, en 1981, lo convertía en el segundo más largo del mundo en este concepto.
Elevado 48 metros sobre el nivel del mar, en el año 1979, ganó el Premio Europeo a la Construcción metálica más destacada. Su ampliación, con dos nuevos carriles exteriores, volvió a ser reconocida mundialmente, al ser designado en 2019 como el segundo mejor puente del mundo por la Asociación Internacional de Puentes e Ingeniería Estructural (AIBSE, por sus siglas en inglés), sólo superado por el puente sobre el río Mersey, en Liverpool, y por delante del también espectacular puente Mukogawa, en Kobe (Japón).
Vieja aspiración
El proyecto de Rande era una vieja aspiración, pues en 1934 el arquitecto Antonio Palacios ya proponía unir las dos orillas de la ría viguesa. Más tarde, en 1952, el periodista Gerardo Campos, presidente del Centro de Iniciativas y Turismo de Vigo, elevó una memoria al Conde de Vallellano, entonces ministro de Obras Públicas, proponiendo la construcción de un puente sobre el estrecho de Rande, que además fuese utilizado como embalse con aprovechamiento hidroeléctrico de la ensenada de San Simón.
La Acciona viguesa
Pero la ingeniería real no llegó hasta los años 70 del siglo XX, cuando la empresa Autopistas del Atlántico recibe la concesión del trazado y subcontrata la ejecución del puente a Cubiertas M.Z.O.V., (actualmente Acciona). Como curiosidad, hay que decir que esta gran empresa constructora nació precisamente por una razón viguesa, cuando en 1862 comenzó el trazado del ferrocarril que terminaría llegando a Vigo en 1881. De hecho, M.Z.O.V. significaba Madrid, Zamora, Ourense, Vigo, que era la línea ferroviaria que desarrollaron.
Tres ingenieros
El proyecto de Rande fue obra de los ingenieros Florencio del Pozo, Alfredo Passaro y el napolitano Fabrizio de Miranda, quien ya por entonces presumía de un prestigio mundial en la construcción de puentes atirantados. Las obras comenzaron en 1973 y finalizaron cuatro años más tarde.
En los diarios de la época se publican titulares entusiastas, incluso con recreaciones gráficas del futuro puente. Pero en varias informaciones de El Pueblo Gallego de 1974, todavía en plena dictadura, comienzan a aparecer tímidas noticias que alertan del impacto de las expropiaciones. Se habla de que entre 400 y 500 casas serían expropiadas para los accesos de la autopista a la ciudad, aunque enseguida se destaca que se facilitarían “viviendas similares” a las familias afectadas.
128 metros sobre el mar
El resultado de Rande es un puente metálico atirantado con disposición de cables en abanico y dos planos de tirantes, con una luz central de 400,14 m y 2 luces laterales de 147,42 m. La altura sobre el nivel del mar es de 48 m. El tablero metálico tiene un ancho de 23,46 metros y está suspendido de cables rectos anclados en los bordes del mismo y en las cabezas de las pilas centrales, también de hormigón armado con longitud de 128 m sobre el nivel del mar.
El vano más largo
Cuando fue inaugurado, era el puente con el vano más largo de España, puesto que perdió en 1983 cuando se inauguró en León el puente Ingeniero Carlos Fernández Casado, que cruza el embalse de Barios de Luna, en la autopista de la Vía de la Plata en la provincia de León.
Pero el puente más emblemático de la ría todavía habría de pegar un “estirón” cuando en 2008 se decide su ampliación para añadir un carril extra en cada sentido para poder absorber unos 95.000 vehículos diarios adicionales.
Premio en 2019
Era la primera vez en que se ampliaba un gran puente atirantado en el mundo y el resultado fue premiado en 2019, poco después de la inauguración de los nuevos carriles, en lo que se consideró de nuevo un hito de la ingeniería.
Así que los hitos de la ingeniería del puente de Rande permanecen, al igual que su figura emblemática sobre la ría de Vigo, en una historia que comenzó hace ahora medio siglo, con aquella primera piedra en diciembre de 1973.
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