La ciudad de Vigo tiene el mérito de haber puesto en marcha la competición de ser la más brillante y tener el árbol más grande en las fiestas de Navidad. No sabemos si esto es un gran mérito, pero lo cierto es que, de este modo, se consigue mover miles y miles de personas que dinamizan el comercio y la hostelería, por lo menos de la zona centro, creando empleo y una gran riqueza que los ciudadanos de Vigo no saben muy bien cómo les repercute. También es cierto que la contrapartida de esa competición navideña son las molestias para la población local, con un número cada vez más creciente de detractores. No sabemos hasta dónde llegará el árbol de Vigo en los próximos años ni el número de luces, ni tampoco hasta cuándo va a durar esta carrera lumínica y de visitantes. Mientras tanto, la realidad es la que es y Vigo ya está incluso en el mapa internacional, hasta con anuncios en la ciudad de Nueva York.