En la fotografía se observa un barco de recreo empujado por la brisa y la cruz del asilo en primer término, con la inscripción “Aquilina Fermín”, que sin duda habrá sido una benefactora que en su día sufragó, como mínimo, ese símbolo pétreo que aún permanece en pie como fiel testigo de que el tiempo se va llevando todo por delante, y que no hay nada más efímero que las obras del ser humano, aun cuando unas duran más tiempo y otras menos, pero todas terminan ocupando las arcas del olvido. Desde aquí, este pequeño homenaje a “Aquilina Fermín”, sin duda generosa, para que quien lea estas líneas se digne dirigir la mirada hacia hacia esa cruz que se recorta sobre el horizonte.