Fue una evacuación trágica y a marchas forzadas, un drama militar que podría compararse al que vivieron en Dunkerke los soldados británicos en 1940, huyendo de la supremacía de las tropas alemanas que arrasaban su retaguardia mientras intentaban embarcar hacia Inglaterra. En Galicia pasó algo parecido en enero de 1809, cuando el ejército del general John Moore huyó para embarcar en los puertos de Vigo y de A Coruña, perseguido por los ejércitos napoleónicos, incluso dirigidos por el Emperador en persona, que acompañó a sus tropas hasta Astorga antes de retirarse a Francia para atender asuntos de política interna.
Aunque la gran batalla de aquella retirada tuvo lugar en Elviña, en A Coruña, el 16 de enero, que supuso la muerte de Moore mientras protegía la evacuación británica, la realidad es que una parte importante de aquel ejército fue evacuada desde Vigo. Al menos, unos tres mil soldados. Entre ellos, viajaba el fusilero Harris, que dejó unas memorias sobre aquellos hechos terroríficos, tituladas “The Recollections of Rifleman Harris”, que todavía hoy resultan sobrecogedoras. También otros militares, como el capitán Gordon o el doctor Milburne, publicaron más tarde libros sobre aquel viaje a Vigo en el invierno de 1809 para embarcar hacia Inglaterra rumbo a la salvación.
Comparación con Dunkerke
En el año 2013, el historiador militar Francisco José Sequeiro tituló un estudio sobre aquella evacuación comparándolo con Dukerke, porque son muchos los paralelismos con la operación de la II Guerra Mundial, pero destaca uno: salvar aquel ejército del general John Moore permitió continuar la contienda, para más tarde vencer en su regreso al continente al mando del Duque de Wellington, Sir Arthur Wellesley. En las playas de Francia también se salvó un ejército que, más tarde, pudo regresar para combatir a Hitler.
Pero vayamos a aquellos sucesos de 1809. Mientras el grueso de las tropas de Moore avanza hacia A Coruña para su evacuación, una columna, integrada por casi 3.500 hombres, se dirige a Vigo. Se trata de las brigadas ligeras de Von Alten y de Craufurd, que recorrerán un penoso camino hasta alcanzar la costa viguesa en el mes de enero de 1809. Días antes de su llegada, aparece en la ría la flota de transportes de alto bordo que los ingleses mandaron para evacuar a sus soldados. Confirmamos las fechas de llegada de estos buques a Vigo gracias al diario británico The Times, que publica la siguiente noticia en primera página: “Vigo, 29 de diciembre de 1808. El Resolution y el Plantagenet, de 74 cañones cada uno, llegaron aquí, así que tenemos [en la ría viguesa] diez velas de la línea. El Audacious también es esperado”.
Flota con nuevos buques
En la semana siguiente, van entrando nuevos buques hasta completar una impresionante flota que tiene asombrados a los vigueses. En total, llegaron a fondear en la ría 150 transportes, entre los que se contaban gigantes como el Ville de París, Victory, Barfleur, Zalous, Implacable, Elisabeth, Revolution, Norge, Plantagenet, Audacious, Endimion y Mediator.
Mientras los barcos esperan, la División Craufurd camina a marchas forzadas hacia el sur de Galicia. El doctor Milburne, uno de los integrantes de la columna, relata en sus memorias la pobreza de las aldeas en el camino a Vigo, arrasadas por los militares que buscaban alimento o cometían toda clase de atropellos sobre la población civil gallega.
“Solo un testigo presencial puede juzgar del infortunio de las personas que se encontraban en el teatro de operaciones”, afirma Milburne. Pero todavía más crudas son las memorias del Rifleman Harris: “De pronto, oí los gritos de un niño y vi a una mujer que intentaba arrastrar a un chaval de unos siete u ocho años. El pobre estaba completamente exhausto y sus piernas ya no le soportaban. Algunos hombres habían ayudado antes a la madre y a él, pero ahora pedía ayuda en vano. Nadie tenía más fuerzas que las necesarias para soportar su propio cuerpo y la madre ya no podía llevar al niño en brazos. Nos dio mucha lástima, pero al final el niño no podía ni siquiera llorar, caminando con la boca abierta hasta que ambos se acostaron y no se volvieron a levantar. ¡Pobres! Seguramente se arrepentían de no aceptar embarcar en Lisboa rumbo a Inglaterra, en vez de acompañar a sus maridos hacia España”.
Memorias de Harris
Las memorias de Harris son un hito porque las narra un soldado raso, mientras que abundan las escritas por oficiales británicos. De hecho, Benjamin Randell Harris, nacido en 1781 y que contaba por tanto 28 años cuando fue evacuado por Vigo, era completamente analfabeto. Sus recuerdos fueron registrados en 1830 por un oficial que conocía, el capitán Henry Curling, que publicó el manuscrito finalmente en 1848.
Harris sirvió en la 95 Brigada de Rifles, que entró en combate en 1808 en la batalla de Vimeiro, en Portugal, después de desembarcar en Lisboa con el ejército de John Moore para combatir a las tropas napoleónicas. La superioridad francesa les hizo desistir de sus intenciones y terminaron siendo evacuados a marchas forzadas aquel invierno.
Harris cuenta la emoción que experimentó al llegar a Vigo: “De pronto oí un grito enfrente, que se prolongó en una especie de alboroto. Todos parecían invadidos de esperanza; y cuando los pobres alcanzaban la cumbre de un monte que estábamos ascendiendo [probablemente el alto de Puxeiros], escuchábamos alguna exclamación de alegría, la primera que oía de esta clase en muchos días”.
Recibimiento en Vigo
El fusilero comprende la agitación cuando corona la montaña: “Cuando alcancé la cumbre la cosa habló por sí misma. Allí, lejos ante nosotros, los buques ingleses descansaban ante nuestra vista”.
Harris narra el buen recibimiento que tuvieron en Vigo: “Cuando bajamos del monte, nos encontramos con los primeros gestos de buenos sentimientos de los habitantes que tuvimos la fortuna de experimentar en toda nuestra retirada. Un número de mujeres de edad estaban situadas a ambas bandas del camino y, de vez en cuando, nos entregaban trozos de pan, a medida que pasábamos junto a ellas”.
La narración de Harris nos muestra la generosidad de los vigueses, quienes tal vez desconocían los saqueos y excesos que las tropas británicas habían cometido por el interior del país en su huida desesperada.
Harris, sin embargo, no cuenta los problemas de salud que padecieron los más de tres mil soldados ingleses, muchos de ellos víctimas del tifus. Pero sí asegura que el embarque se hizo de forma inmediata, en cuanto los soldados iban llegando a los buques de transporte.
Rumbo a Inglaterra
Porque los soldados llegaron a Vigo y fueron evacuados inmediatamente. No es cierto que fuesen alojados en la villa durante algunos días, como era tradición en los antiguos libros de historia. Los casi 3.500 soldados embarcaron a la carrera en los transportes rumbo a Inglaterra. Algunos de ellos regresarían luego a la Península para combatir a Napoleón, como es el caso del propio Robert Craufurd, que estaba al frente de la división evacuada, que morirá en el sitio de Ciudad Rodrigo en 1812.
Del Fusilero Harris, sabemos que se retiró del servicio pocos años después de su evacuación de Vigo. El resto de su vida se empleó como zapatero, residiendo en Londres. Pero en sus memorias nos transmite la nostalgia por los tiempos terribles que vivió en la que los británicos llaman la Guerra Peninsular. Unas vivencias dramáticas que sin embargo, serían el recuerdo más importante que atesoraría en su vida: “Disfruté más de la vida en el servicio activo que nunca desde entonces, y recuerdo mi tiempo pasado en los campos de la Península como la única parte digna de recordar”.
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