Es algo muy curioso. La fuente en forma de cascada que adorna la Praza da Independencia, de Vigo, funciona los días fríos y lluviosos y deja de funcionar los días calurosos, cuando más se necesita para que refresque el ambiente. No es un hecho aislado, sino que, curiosamente, se repite con frecuencia. Las niñas y niños lo pasan muy bien tanto si está en funcionamiento como si el agua está cerada. Pero los adultos, que llevan el calor con mayor dificultad, echan de menos ese elemento decorativo, refrescante y reconfortante. No cuesta tanto mantener la coherencia de una fuente que, por lo menos, también debe funcionar cuando hace calor, y no sólo cuando llueve.