Cuenta José Regojo que cuando en su etapa joven se encontraba viviendo en Lisboa dedicado a la compra-venta de puntillas, estando varios viajantes como él esperando que el propietario de un comercio les atendiera, entró en ese momento un comerciante de camisas que al ver el grupo numeroso formando cola, saludó al comerciante y le dijo: Volveré en otra ocasión porque hoy tengo mucha prisa.
El comerciante se apresuró a salir tras el mostrador y fue a su encuentro: Por favor no se vaya –le dijo– necesito que atienda con rapidez un pedido que tengo que hacerle porque ando muy escaso de camisas.
El viajante no quiso cambiar los turnos y esperó su turno hasta que pudo enseñar su muestrario. Esta vivencia para José Regojo fue tan reveladora en cuanto a la diferencia de trato a los viajantes de camisas, que desde ese momento lo vio claro: él se iba a dedicar a la confección y venta de camisas.
Este era José Regojo Rodríguez, un gran capitán de empresa, primero en Lisboa y después en Redondela, en donde llegó a crear un imperio textil que ocuparía el tercer puesto a nivel nacional, sólo superado por las firmas El Corte Inglés y Cortefiel.
Grabado de la antigua Pontevedra
Pero no adelantemos acontecimientos y volvamos atrás para conocer la trayectoria vital de José Regojo Rodríguez, del que diversas fuentes dicen que nació en Fermoselle, provincia de Zamora, de donde era su familia, sin embargo José Regojo nació en Pontevedra el 13 de noviembre de 1900, ya que sus padres, Ángel Regojo Díez y Concepción Rodríguez Labrador, se afincaron durante unos años en la capital del Lérez.
El padre de José al igual que otros vecinos de Fermoselle, se dedicaba a la venta ambulante de puntillas y encajes, saliendo del pueblo hacia Portugal a primeros de marzo y regresando hacia fiinales de diciembre. El tiempo que estaban en el pueblo se dedicaban a podar y cavar las viñas, ya que el vino era la principal producción de Fermoselle.
Así que José Regojo Díez después de varios años recorriendo los caminos a lomos de una caballería y de acumular un pequeño capital, decide establecerse con su mujer poco después de su boda, en la localidad de Pontevedra. Alquilaron una tienda en el número 1 de la calle Real en donde disponían de una habitación anexa, todo a cambio de la renta de una peseta diaria.
El padre de José salía a vender por los pueblos y su mujer atendía la tienda. Los negocios no les iban mal y la familia aumentaba poco a poco hasta llegar a seis el número de hijos: Ángel, Manuel, José, Antonio, Ascensión y Teresa.
José Regojo con su familia
Pero un buen día el padre de José, sin que sepamos las causas, decidió liquidar el negocio y volver con su familia a Fermoselle. Su esposa no estaba de acuerdo pero no fue capaz de hacerle cambiar de opinión. En aquel momento la pareja disponía de un capital de diez mil pesetas, con el que pensaba comprar terrenos para plantar viñas.
José Regojo gasta en esta tarea el capital acumulado antes de que las viñas comiencen a producir, por lo que tuvo que volver a la venta ambulante, llegando esta vez hasta Madrid, Castilla la Nueva (hoy Castilla-La Mancha) y Extremadura.
José Regojo Rodríguez en 1911 cumplió 11 años y quiso acompañar a su padre en su aventura ambulante. A pesar de lo dura que era la vida de los vendedores ambulantes, a José no le disgustaba y lo recordaba de la siguiente manera en su libro de memorias: «Síganos, por favor, a mi padre y a mí en estas andanzas y es posible que a partir de ahora vea nuestras peregrinaciones bajo una luz más favorable.
Represéntese usted a un hombre alto de mediana edad, que lleva a sus espaldas un fardo bastante pesado, un niño junto a él tambien con su pequeño hatillo y delante una mula cargada con el grueso de las mercancías. Se mueven a buen paso. Mas no por eso dejan de conversar animadamente.
El niño siente curiosidad por todo. Queriendo ser un buen vendedor no cesa de preguntar. El padre paciente, informa, instruye y le da buenos consejos. El camino se alivia con la charla. ¡Cuánto hay que ver! Paisajes, edificaciones, variados tipos humanos. Tras haber recorrido tantas veces aquellas tierras, la figura de mi padre resulta familiar a mucha gente. De cuando en cuando, un conocido al pasar nos dirige un saludo amistoso. En otras ocasiones alguien que hace la misma ruta se une a nosotros e inicia la charla. Se intercambian noticias. Mi padre se vale de él para informarse de posibles clientes. A veces unos minutos de animada conversación son la siembra de futuros negocios».
José Regojo con su padre y su hermano Antonio
Recordaba tambien José sus pregones por las calles de las localidades portuguesas que recorrian: Rendas, rendas, ¿Quem quer rendas? (Puntillas, puntillas, ¿quien quiere puntillas?). Además de puntillas, José y su padre vendían medias, calcetines, ropa interior y productos cosméticos.
En las ciudades permanecían dos o tres días y uno en los pueblos pequeños. Los márgenes eran escasos pero al no haber impuestos, en una temporada de verano podían ahorrar entre 600 y 1000 pesetas. Así recorrían la parte norte de Portugal hasta mediados de diciembre en que volvían a Fermoselle, para ocuparse durante tres meses de las viñas de sus tierras.
Cuando José cumple los quince años, su padre decide dedicarse a tiempo completo a sus viñas. A José el duro trabajo de campo no le convence y decide buscar otra ocupación. José y su padre en su etapa ambulante hacían encargos a algunos vecinos de su pueblo que les encargaban artículos de joyería. José se dio cuenta que el oro en Portugal era más barato y de más quilates.
Asi que consultó con su padre la idea de iniciarse en la compra-venta de joyas. Su padre estuvo de acuerdo y comenzó la tarea. Un joyero portugués le confió una serie de joyas como sortijas, pendientes, y alguna cadena de oro, que José pasó a España donde las vendió y obtuvo unos beneficios del 30%. José comenzó a ganar entonces una cantidad importante de dinero que sin embargo no le hizo ningún bien.
Contar con quince años y ganar dinero sin mucho esfuerzo fue una mala combinación para José, lo que durante una temporada le llevó por los caminos del juego. De forma que aconsejado por sus padres y un vecino, Manuel González, que tenía intereses en Lisboa, dejó su pueblo y con las cartas de presentación en el bolsillo se plantó en la capital portuguesa. Lo acogieron en la casa del familiar del vecino y comenzó su nueva aventura.
Estábamos en 1917 en plena Gran Guerra, Portugal estaba en el bando aliado y el escudo sufría una fuerte devaluación. José disponía de una carta de crédito de su padre de 100 duros, de la que hizo uso y compró toda la mercancía que pudo, que comenzó a vender en los lugares más concurridos de Lisboa. José vendió toda la mercancía y optó por quedarse definitivamente en la capital lisboeta.
José una vez olvidada la afición al juego, ahorraba todo lo que ganaba por lo que en 1919 contaba con un capital de 5.000 pesetas. Antonio, su hermano menor, se vino del pueblo para aprender el oficio de vendedor.
José al poco tiempo dejó la venta ambulante y decidió establecerse, primero en sociedad con otros y más tarde en solitario, si bien con su hermano Antonio.
Consigue el traspaso de un local de 100 metros cuadrados en la céntrica calle de la Palma, abriendo un establecimiento de venta de camisas junto a sus hermanos Antonio, Angel, Manuel y Ascensión (estos tres últimos habían llegado más tarde) y teniendo como socios a la familia Ucha de origen gallego.
Rita Otero
En 1926 un amigo de José, José Manuel Cordo Boullosa, le pidió que le acompañase a ver a su novia Tersilia, ya que ésta tenía en su casa invitada una chica que venía de Redondela y que era de la familia. Fueron pues a Estoril a casa de Tersilla y alli presentaron a José la chica de Redondela que se llamaba Rita Otero.
Rita Otero
José lo recuerda así: «Rita me impresionó cuando la ví. Y sin más que lo que hablamosaquella tarde, quedé ciegamente enamorado de ella. Yo tampoco debí resultarle indiferente, pues no rehuyó mi compañía en ningún momento. Al contrario, quedamos citados para vernos al dia siguiente. A las primeras citas siguieron otras. Durante la temporada que pasó en Lisboa nos vimos casi todos los días. Yo me sentía tan feliz que me parecía estar soñando. Mi temor instintivo era a que en cualquier momento sufriera un brusco despertar».
José cuenta en el libro de sus memorias que se sentía inseguro con Rita, ya que ella era de clase superior y tenía estudios de los que él carecía. Una vez que José le contó su preocupación a Rita y que ella le dijo que esos detalles carecían de importancia, el noviazgo continuó sin problemas.
José y Rita se casaron el 9 de julio de 1927 en la Iglesia Parroquial de Redondela. El viaje de novios lo iniciaron en La Coruña en un magnifico automóvil Panhard que les habían prestado. Estuvieron en Pontevedra, Valença do Minho, Caminha y Viana do Castelo en Portugal para finalizar en Redondela. A las dos semanas regresaron a Lisboa, estableciendo su hogar en la calle Almirante Reis.
Vuelta a España
Pero un año más tarde, en 1928 José decide regresar a España y establecerse en Redondela. Las razones fueron que la economía española habia mejorado de la mano del General Primo de Rivera y sobre todo porque Rita deseaba volver a Redondela para tener cerca a su familia. José además de la tienda de ventas de camisas, había comenzado a fabricar camisas en un pequeño local, de ahí que su pensamiento era la de montar una fábrica de camisas esta vez en tierras gallegas. José no hizo estudios de mercado ni nada parecido, simplemente se aventuró esperando que las cosas le salieran bien. En este momento José disponia de un capital de 300.000 pesetas, una fortuna en aquella época.
Asi que José y Rita se establecieron en Redondela, montando una pequeña fábrica en un local de la calle Alfonso XII. La plantilla era de ocho trabajadores y la maquinaria constaba de cinco máquinas de coser, una de ojalar, una cortadora y una mesa de planchar con lo que consiguieron una producción de seis docenas de camisas al día.
José y Rita con sus hijos
Las camisas que fabricaba José eran finas y de calidad al gusto portugués alcanzando un precio de 8 pesetas la unidad, muy alto comparado con las camisas fabricadas en Cataluña. Las ventas fueron escasas y José decide afrontar el problema y vender las camisas fabricadas a bajo precio por pueblos y villas. Por otra parte decide comenzar a producir camisas de menor calidad y menor precio.
En 1930 José había superado la crisis y su empresa ya se había consolidado. En esa época Rita habia heredado una casa con finca en las afueras de Redondela y José pensó que era un buen lugar para construir su nueva fábrica, ya que las ventas iban en aumento y la producción de camisas debía crecer.
Entre tanto el General Primo de Rivera dimite en enero de 1930 y comienza una época de inestabilidad en España con actos de violencia y huelgas revolucionarias. El 12 de abril de 1931 se convocan elecciones municipales. Los monárquicos ganan en el cómputo general pero en las grandes ciudades vencen los republicanos que hacen ver que toda la ciudadanía quiere la república.
Son momentos de gran confusión, con un gobierno que no toma decisiones, un rey que no hace valer sus derechos y que decide abandonar España hacia el exilio. Así el 14 de abril de 1931 se proclama la II Republica en España.
Trabajadoras en la planta Regojo
En 1933 se celebran elecciones generales en las que ganan los partidos de derecha, pero la izquierda no reconoce su victoria. Esto desencadena el golpe de estado de 1934 organizado por el PSOE, el PCE, la CNT y por ERC en Cataluña, que quieren tomar el poder por las armas. El 6 de octubre se produce la sublevación en Asturias y en Barcelona.
El golpe fracasa salvo en Asturias, donde 30.000 mineros se lanzan a la lucha armada que es sofocada por el ejército. Esto sería el embrión de la guerra civil que estallaría dos años más tarde.
Estalla la guerra
En febrero de 1936 se celebran nuevas elecciones y esta vez vence el Frente Popular. El 13 de julio muere asesinado el jefe de la oposición, el gallego José Calvo Sotelo y el 17 de julio se subleva el ejército del norte de Africa. La sublevación triunfa sólo en parte lo que provoca la división del ejército y el comienzo de la guerra civil.
En 1936 al comenzar la guerra civil, José Regojo ya está afianzado en sus negocios y tenía los almacenes llenos de mercancías. José se desplaza hasta Burgos donde se encontraba el Cuartel General del bando nacional y se entrevista con el Intendente General para ser proveedor del ejército.
Llegan a un acuerdo con lo que José Regojo suministrará al ejército uniformes, camisas, ropa interior, sábanas, mantas y calzado. A causa de esto José debe reestructurar su fábrica y montar una nueva de curtidos y calzado tambien en Redondela. Los pedidos para el ejército son cada vez más numerosos y es preciso reclutar nuevos empleados.
En estos momentos España estaba totalmente aislada y para poder importar materias primas sólo quedaba Portugal. José Regojo tenía una gran ventaja competitiva por lo bien que conocía el mercado portugués y por la amistad que tenía con miembros del grupo textil Ferreira.
Acabada la guerra civil la empresa de José Regojo era una de las más importantes de España, pero debe reestructurar de nuevo sus fábricas. Ahora poseía tres fábricas de calzado, en Redondela, Pontevedra y Pontedeume que ahora serán cerradas. Estas tres fábricas eran capaces de fabricar en un año 45.000 pares de botas y zapatos.
En Zamora había adquirido durante la guerra una fábrica de hilados que ahora será ampliada. Al ser imposible hacerse con nuevos telares, hizo que desmontaran uno para que se fabricaran las piezas y poder disponer de nuevos telares.
Sección de planchado de Confecciones Regojo
Las piezas se fabricaban en una fundición propia tambien situada en Zamora. Consiguieron fabricar telares nuevos que funcionaban perfectamente con lo que disponían en sus fábricas de hilados, tejidos, acabados y confección, con lo que reunía todo el ciclo productivo del textil. La fábrica de Zamora sería dirigida por Manuel, hermano de José.
En 1945 José Regojo dispone además de las plantas de Zamora, de las fábricas de Redondela donde fabrica la confección de caballero y las secciones de tintura y estampados. Dispone de tres máquinas de sierra, ocho cortadoras eléctricas, 105 máquinas de coser industriales, 25 planchas eléctricas y 18 máquinas de hacer ojales.
Después de la guerra se seguían confeccionando prendas económicas de tejidos baratos que fueron mejorando con los años. La distribución del género se hacía a través de viajantes que visitaban los comercios detallistas de toda España.
En los años 50 José Regojo decide integrar todas sus fábricas en Redondela y pone en marcha un programa propio de tecnificación en la producción, con lo que consigue una serie de patentes propias que son pertinentemente registradas.
Planta Regojo en Redondela
Hay que mencionar que Regojo tuvo una relación muy estrecha con la firma Refrey de máquinas de coser situada en Bouzas propiedad de la familia Freire, siendo las fábricas de Redondela el banco de pruebas para las innovaciones de Refrey.
Regojo utilizaba máquinas Refrey
A finales de los 50 se produce la liberalización de la economía española mediante el Plan Ullastres, que va a hacer posible el boom económico de la década siguiente. El nivel de vida de los españoles está subiendo y el cliente quiere prendas de mayor calidad, entrando el diseño en el sector textil. Surgen los grandes almacenes que van a disponer de una gran potencia de compra frente a los fabricantes.
José Regojo enviuda
El 3 de diciembre de 1956 José Regojo sufría un durísimo golpe debido al fallecimiento de Rita, su esposa, compañera y consejera de toda una vida.
Rita Otero Fernández fue una mujer desinteresada y generosa que siempre ayudó a todo aquel que lo necesitaba. Durante la guerra civil Rita alivió el sufrimiento de muchos presos destinados en la isla de San Simón, llevándoles alimentos, ropa o medicamentos. Esta actitud de ayuda a los demás fue adoptada tambien por su hija Rita, que fue el alma máter de la construcción de la sede de Aldeas Infantiles de Redondela.
Rita Regojo, fundadora de Aldeas Infantiles Redondela
Camisas Dalí
En 1961 sin embargo la economía sigue con problemas y Regojo debe hacer frente a un expediente de crisis y al año siguiente el segundo. Regojo ante los cambios del mercado opta por la fabricación de camisas de mayor calidad confeccionadas con un tejido nuevo que no se arruga.
Los hijos de José Regojo que ya se han incorporado a la empresa, piensan que necesitan para estas camisas un nombre de marca que llegue al público y que se pueda publicitar. En esos momentos Pedro Regojo que contaba 27 años, está en Barcelona implantando una oficina de ventas y alguien le sugiere que el pintor Salvador Dalí podría ser la imagen de su empresa.
Pedro Regojo cuenta que a pesar que le parecía una tarea casi imposible, decide ponerse en contacto con el pintor y éste accede a recibirle en su casa de Cadaqués.
Publicidad
Dalí le recibe afablemente. Pedro Regojo lo relata así: «La verdad es que al principio no pensaba en él pero como me lo puso tan fácil, allí me fuí a su propia casa a hacerle una propuesta. No sé por qué razón, pero el caso es que le caí bien desde el primer momento a pesar de la diferencia de edad, porque yo apenas tenía 27 años y él andaba sobre los 60».
El pintor catalán escuchó la propuesta y pronto llegan a un acuerdo que se plasma en un contrato, mediante el cual Salvador Dalí cede su imagen a la compañía redondelana, para una línea de camisas que llevarán su nombre. El acuerdo económico se cifra en 125.000 pesetas y una peseta por camisa vendida. Parece que Gala la mujer de Dalí no estaba muy de acuerdo con las cifras, pero los contratos ya habían sido firmados.
Regojo llegó a vender cientos de miles de camisas Dalí en los años siguientes, gracias a acertadas campañas en prensa y televisión con la imagen del pintor catalán, por lo que ambas partes salieron beneficiadas.
Publicidad
El primer año tras el acuerdo se vendieron más de un millón de camisas Dalí. Gales y Wilson fueron otras marcas utilizadas por la empresa redondelana. Hablando de la importancia de la empresa, podemos decir que la firma Regojo en los años 70 contaba con más de mil empleados y era capaz de fabricar más de 10.000 camisas al día, 5.000 vestidos y blusas y 30.000 metros de tintura y estampados.
Regojo en esta época exportaba al exigente mercado alemán más de 30.000 camisas mensualmente y era el tercer grupo textil nacional después de El Corte Inglés y Cortefiel. La firma Regojo poseía una red de ventas que superaba las 15.000 establecimientos en toda España. La revista Ciudadano mencionaba que uno de cada cuatro españoles en los años 70 llevaba una camisa Regojo.
José Regojo cede el testigo
En 1964 José Regojo cree que es el momento de ceder el testigo a sus hijos y éstos se hacen cargo de la empresa. Sin embargo el fundador no es capaz de permanecer inactivo y en el acuerdo con sus hijos se reserva parte de una de las naves de la fábrica.
De esta forma y con nueva maquinaria crea Confecciones Niza, en la que llegan a trabajar unas seiscientas personas. Pero José no tuvo en cuenta que en los años 60 los españoles estaban cambiando a ojos vista y las prendas de vestir que demandaban no tenían nada que ver con las del pasado. Los resultados no son buenos y en 1969 decide dejar esta empresa también en manos de sus hijos.
Confecciones Regojo en Redondela
El cierre de la fábrica
En los años 60 y 70 el mercado del textil cambió profundamente y hubo muchas empresas que no lo superaron. Regojo en los años 60 tenía muy buenas perspectivas ya que había evolucionado de la mano de los hijos del fundador de la empresa y con su línea de camisas Dalí gozaba de un poder de ventas muy considerable.
El golpe que Regojo no pudo superar fue a finales de los años 70 durante el gobierno de Adolfo Suarez. En estos años la inflación alcanza cotas inimaginables y supone un grave problema para su gobierno. La solución que encuentran es la importación masiva de productos de bajo precio llegados desde el mercado asiático. Esto provoca que en el mercado se encuentren camisas a mitad de precio de las producidas por Regojo.
El grupo Regojo fue descapitalizándose año tras año hasta llegar a 1978, en que no dispone de recursos ni crédito para financiar la compra de materias primas. El Ministerio de Trabajo propone la concesión de un crédito para la transformación de Regojo en una sociedad anónima laboral, Telanosa y para el saneamiento de la misma.
Parte de los trabajadores de la empresa firman el acuerdo implicándose en el capital de la compañía, pero pensando que no son responsables del crédito. La realidad es otra y se ve que al poco tiempo los empleados pueden perder su patrimonio debido a que la empresa no consigue despegar. Esto provoca jornadas continuas de protestas en las calles de Redondela y enfrentamientos con la Policía Nacional con graves alteraciones del orden público.
En 1987 el gobierno de Felipe González después de meses de protestas, accede a condonar la deuda y el grupo textil Regojo cierra sus puertas.
José Regojo
El adiós de José Regojo
José Regojo fallecía en 1993 despues de una larga y fértil vida empresarial y familiar. Hombre bueno y generoso fue un magnífico patrón que procuraba ayudar y dar trabajo a todo aquel que lo necesitaba. Le fue concedida la Medalla de Plata del Trabajo y el Premio al Mejor Empresario de la Cámara Económica de Madrid.
José Regojo (derecha) con Don Juan de Borbón, su yerno Adriano M. de Magallanes y dos de sus nietos
Otros artículos de «El Vigo de otra época»:
Citroën. La fábrica de Pamplona que acabó en Vigo.
Manuel Álvarez e Hijos SA. Cómo salvar tu fortuna cuando todo parece perdido.
Bernardo Alfageme. De Zamora a Vigo con escale en Candás.
El Cable Alemán (D.A.T.): Vigo y el Tratado de Versalles.
Cuando Charles Lindbergh amerizó en el Miño.
M.A.R., S.A. El grupo pesquero privado más grande de España.
Reconquista: Cuando Vigo derrotó a Napoleón.
(1881-2015) Vigo: del ferrocarril a la Alta Velocidad.
Empresa Fraga de espectáculos: el imperio vigués del cine.
El helado italiano llegó a Vigo desde los Dolomitas. Heladerías Capri.
Los buques de la Mala Real atracaban en Vigo. Consignataria E. Durán.
El manantial medicinal de Troncoso. Aguas de Mondariz de Hijos de Peinador, S.A.
El Tranvía a Baiona y Gondomar. Tranvías Eléctricos de Vigo, C.A.
Julio Verne visitó Vigo y… repitió.
La hojalata hizo que Vigo se echara a la calle. La Artística S.A.
Las noticias del mundo pasaban por Vigo. El Cable Inglés.
Antonio Sanjurjo Baída, el visionario autodidacta.
El vapor «tipo Vigo» fue un gran éxito industrial. Hjos de J. Barreras.
Los «barcos de la muerte» atracaban en Vigo.
El bacalao de Terranova se descargaba en Chapela.
La gran conservera de Cangas y Bueu. Massó Hermanos S.A.