La instalación de los adornos navideños también ha servido para demostrar que existe hierba entre los adoquines de algunas plazas y calles de la ciudad de Vigo. Eso es lo que ha ocurrido en la Praza da Independencia, donde el bullicio diario, el caminar de cientos de personas y los juegos de cientos de niñas y niños impiden que crezca el césped. Esa imagen de adoquines rodeados de hierba era, precisamente, la que se pretendía cuando se diseñó ese entorno en el que el vecindario no creía, una peatonalización que parecía imposible y a la que todos se oponían con manifestaciones multitudinarias, pero que finalmente resultó un gran acierto que los políticos no supieron rentabilizar.