El destino de la Panificadora de Vigo está trazado desde hace mucho tiempo, pero sólo en el papel y en la voluntad política. La realidad constatable es que sigue desmoronándose a ritmo lento y que no se sabe hasta cuándo. Quizá hasta que su recuperación ya sea inviable y todo sean lamentaciones. Si realmente se quiere proceder a su aprovechamiento, conservando lo principal de su estructura industrial, no debería demorarse mucho más el inicio de los trámites de su titularidad, que todavía está en manos privadas, así como del inicio de las obras. No hacen falta más ideas ni más proyectos, Zona Franca ya ofreció el apoyo económico y lo único que hace falta es ponerse en marcha.