Obsérvese, por ejemplo, la fotografía tomada en una zona de esparcimiento del barrio de Coia, donde algunas personas han dejado todos los desperdicios. No hubiera costado tanto trabajo recogerlos. Los servicios municipales de limpieza se esmeran día y noche para tener las calles y plazas perfectamente limpias, sin embargo, la falta de civismo obra en contra de un proyecto de limpieza que nos afecta a todos, puesto que no se puede pretender que vaya un equipo municipal de limpieza detrás de cada ciudadano. Los ciudadanos debemos ser conscientes de la responsabilidad de limpiar lo que ensuciamos cada uno de nosotros y de cuidar el mobiliario público; todo eso lo pagamos entre todos con nuestros impuestos. Los japoneses nos dan lecciones. Recordemos aquel acontecimiento deportivo de hace unos años en el que los espectadores japoneses, luego de concluir el encuentro de fútbol, se quedaron en las gradas recogiendo todos los papeles y desperdicios; en España aún tardaremos bastante en llegar a ese nivel de conciencia solidaria.