La Navidad de 2020 ha sido, sin duda, la más triste de España desde la guerra civil. Los españoles somos gente alegre, social y comunicativa. Pero las restricciones que impone la pandemia del Covid19 han dado al traste con lo que hubieran sido unas fiestas brillantes.
La ciudad de Vigo llevaba años marcando el compás de una iluminación singular que traspasaba las fronteras y que atraía numerosos visitantes, una gran riqueza para todos. Sin embargo, este año las cosas han tenido que ser diferentes.
Como muestra de ello sirve esta imagen en la que la Rúa Policarpo Sanz, una de las más céntricas, aparece desierta y con la estructura del gran árbol de Navidad con sus luces ya apagadas esperando el desmontaje. Esperemos que el próximo año volvamos a recuperar la misma alegría de antaño, pero eso requiere mucha responsabilidad por parte de todos.