Vigo sabe divertirse desde siempre, como lo demostraba hace ahora un siglo, en la Nochevieja que dio la bienvenida a 1923. Cien años atrás, al igual que en 2023, el tiempo en nada acompañaba para los festejos. Las crónicas de los diarios hablan del “terrible temporal de agua y viento que comenzó hace dos días”, destacando que las calles fueron tomadas por “ráfagas huracanadas”, además de abundante lluvia y granizo. Pero todo ello no disuadió a los vigueses de antaño para salir a festejar en las sociedades más finas de la ciudad.
“Como era de esperar, resultó espléndida la fiesta de anteanoche en los elegantes salones del Casino”, explica en su crónica el diario “Galicia”, que añade que la fiesta reunió “a lo más granado de la sociedad viguesa y la flor de nuestras lindas damiselas”, que se congregaron “para despedir alegremente al ya extinguido 1922 y saludar jovialmente al novel 1923.
El cronista se disculpa por no mencionar a los participantes en el baile, ya que “la cantidad de señoras y señoritas que concurrieron a la grata fiesta nos obliga a no citar nombres para evitar incurrir en enojosas omisiones”.
Por supuesto, el momento culminante de la fiesta fueron las doce uvas, tras la que la orquesta ofreció un recital y hubo baile hasta la madrugada.
En competencia con el Casino, días más tarde hubo también celebración de gala en los salones de La Tertulia. En esa sociedad se celebró una ‘soaré’ para la tarde de Reyes. El diario Galicia comenta que “la aristocrática sociedad” iniciará el baile a las siete y media de la tarde, mientras que a las nueve y media está previsto “servir a los concurrentes un espléndido lunch”.
Además, días antes se celebró en el Odeón la gran función benéfica de aquel año, cuya recaudación se destinó a la casa de la caridad. El 30 de diciembre, a partir de las diez de la noche, se presentó un completo programa teatral con la representación de las piezas “El viejo suigeneris”, El capellán de Waterloo” y una pequeña obra en gallego: “A festa de Xan Balandrón”, todas ellas escritas por el autor local Antonio Vidal.
Los excesos de aquellas navidades de 1923 podían acometerse con especial tranquilidad. Porque lo cierto es que acababa de inaugurarse el primer hospital decente de la ciudad. Efectivamente, en el mes de diciembre de 1922, Vigo inauguraba su primer gran centro hospitalario: los llamados Pabellones Sanitarios, erigidos en una finca municipal en la zona de Regueiro bajo proyecto del arquitecto Gómez Román.
Aquellos edificios monumentales, con su amplia finca ajardinada, son el origen de lo que luego se llamó Hospital Municipal y hoy conocemos como el Nicolás Peña. Los Pabellones Sanitarios venían a dar modernidad a la sanidad pública en Vigo. Con capacidad para 96 camas, tras su inauguración hace cien años el centro fue dotado por el propio Ayuntamiento con notables avances en la medicina de la época, como un equipo de radiología que, como todo lo demás, fue sufragado con fondos municipales. Los Pabellones venían a sustituir al conocido popularmente como ‘Hospitalillo’, que había sido inaugurado en 1896 en As Travesas.
Así que aquella Nochevieja de 1923 invitaba a la celebración. Como lo demostraron nuestros antepasados en aquellos elegantes bailes del Vigo de hace un siglo…