Luego, aumenta la velocidad ocupando posiciones que van desde el punto más bajo hasta el más alto, desde donde puede observarse la ría de Vigo con las Islas Cíes al fondo y los tejados de las casas que por su altura permanecen ocultos a los ojos de los transeúntes y que, por cierto, resultan muy curiosos. También se observan las instalaciones navideñas de la Alameda y las calles. Todas ellas, vistas desde lo alto, parecen liliputienses. El precio es muy económico y la experiencia resulta única. El éxito es tan grande que quizá no debiera descartarse la posibilidad de construir una noria permanente, igual que en otras ciudades. Constituiría un atractivo turístico y una fuente de ingresos nada despreciable.