Antonio Valcarce García fue un lugués nacido en Ferreira de Pantón en 1888, en el seno de la familia de José Maria Valcarce Lema y Caridad García Ponte. La familia era propietaria de varias fincas en la zona y poseían casa grande (propiedad algo inferior al pazo).
Antonio llegó a Vigo en 1903 con la intención de adquirir un pasaje para Cuba, pero algo debió ver en la ciudad que le hizo cambiar de idea y creer que Vigo le podía ofrecer suficientes oportunidades para poder prosperar. En Vigo, Antonio conoció a Justa Rebordea Rodríguez con la que se casó y tuvieron cinco hijos.
Además de presidir su propia empresa, la Compañia Viguesa de Panificación, llegó a ser el presidente de Tranvías Eléctricos de Vigo y de Gallega de Nutricion Animal, además años antes lo había sido del Banco de Vigo y de Vidrios La Florida.
Fue muy amigo de escritores como Alvaro Cunqueiro o José María Castroviejo. Antonio Valcarce poseía un pensamiento político que se podría considerar como galleguista.
Trayectoria profesional
Antonio entra a trabajar en 1913 en una panadería que estaba en la calle Velázquez Moreno. Al año siguiente, con algunos ahorros y con José Abalde González como socio, crea la sociedad Valcarce y Abalde para fabricar pan en el barrio de Casablanca.
Valcarce y Abalde consiguieron fabricar 1.500 kilos de pan al día, siendo la mayor panadería de la ciudad y dando trabajo a 30 empleados organizados en dos turnos. Su marca comercial era La Espiga de Oro. La sociedad estuvo en funcionamiento hasta 1919 en que fue disuelta.
Al año siguiente Antonio Valcarce crea otra sociedad junto a otros cuatro empresarios panaderos, la Compañía Viguesa de Panificación S.A. (más tarde Compañía Panificadora Viguesa, S.A.), que además de fabricar pan estaría dedicada a la molienda de cereales. El capital social sería de 500.000 pesetas, siendo tres cuartas partes aportadas por el propio Antonio. Las instalaciones estaban localizadas en la calle Méjico.
La intención de Antonio Valcarce y sus socios era la de fabricar 50.000 kilos de pan al día, que era una cantidad astronómica para el Vigo de aquella época. Ellos querían construir la mejor fábrica de Galicia y una de las mejores de España.
Para ello Antonio y su socio Ángel Reboreda salen de viaje hacia Europa, para ver la maquinaria más moderna en fabricacion de pan. De esta forma visitan fábricas en Francia, Alemania y Bélgica y conocen la tecnología que necesitan. Serán tres hornos de gran tamaño cuyo traslado a Vigo no va a ser precisamente fácil. Además, adquieren una flota de ocho modernas camionetas para la distribución del pan.
En 1821, la sociedad compra una finca de 8.000 metros cuadrados en la subida a la calle Romil propiedad de los herederos de Herba. La fábrica de proceso continuo tendrá 1.400 metros cuadrados construidos en una primera fase y entra en funcionamiento en 1924.
Edificio de La Panificadora
Fue construido en 1917 siendo el arquitecto Manuel Gomez Román con el cual colaboraron Otto Wenger y Jorge Buchi, de la firma alemana Werner und Pfleiderer, siendo el contratista Eugenio Alonso.
Montaje de un horno.
La idea de la magnitud del edificio lo pueden dar las cifras: 9.455 metros cuadrados de superficie edificada y 53.766 metros cúbicos de volumen. El edificio poseía tres cuerpos, con cuatro plantas los laterales y dos el central. Los ascensores eran de la marca Ahúsan. De los diez silos de hormigón que constituyen la parte más visible del edificio, cuatro se construyeron en una primera fase y seis en una segunda.
Los materiales utilizados en la construcción fueron piedra, hierro y cemento armado y los locales donde se manipulaban productos alimentarios estaban forrados con “ladrillos esmaltados” hasta una altura de dos metros.
Trabajadores transportando harina.
Poseía tres hornos de los más modernos en aquel momento con una capacidad para suministro de pan a una ciudad de 150.000 habitantes. El recinto contaba además con gasolinera, flota de vehículos de reparto, pozo, talleres de mantenimiento y una pequeña central eléctrica. En 1960 se construyó otra nueva fase con fábrica de piensos y locales comerciales en la calle Falperra.
La planta panificadora más moderna de España
La Compañía Viguesa de Panificación cuando comenzó a trabajar era la instalación de fabricación de pan más moderna de España, ya que además de la maquinaria, las instalaciones eran de última generación para garantizar la higiene del producto. Los suelos eran impermeables, las paredes estaban alicatadas hasta una altura de dos metros. Los trabajadores disponían de vestuarios con aseos y duchas de agua caliente.
Flota de reparto.
El trabajo de carga de las materias primas se hacía por medios mecánicos mediante cintas sin fin, que trasladaban los productos dentro de la planta de forma que la mano del hombre apenas entraba en contacto con el pan.
La Panificadora viguesa contaba en sus instalaciones con una bateria de amasadora, con tres máquinas y 12 cubas laboratorio patente Werner & Pfleiderer, un motor eléctrico de 28 CV y sus transmisores; una sección completa para el mezclado y limpiado de harinas de igual patente, con su motor eléctrico de 6 CV y transmisiones correspondientes; 4 silos metálicos, cuatro grupos de máquinas pesadoras, mezcladoras de igual patente, con tres motores eléctricos de 10, 3 y 2 CV y sus transmisiones; 2 hornos automáticos tipo auto de igual patente, con un motor eléctrico de 4 CV cada uno, 1 horno extraíble y otro fijo en un solo aparato de igual patente; 1 cinta transportadora para carbón y 3 para pan, con sus planos inclinados y dos motores de 3 y 3 CV; 2 ascensores eléctricos para personas y para carga.
Contaba también con 7 pabellones auxiliares destinados a portería, garaje, talleres de pintura, taller mecánico y otros servicios; el taller mecánico está dotado con un torno, dos grúas, una cepilladora, piedra esméril, forja, motor eléctrico de 4 CV, con sus transmisiones y otros aparatos y herramientas.
Fachada sur.
En cuanto a productos la Panificadora tambien revolucionó el mercado sacando el panecillo individual llamado japonés a 5 céntimos la pieza. Era un pan de calidad a un precio de pan común. Antes de sacarlo al mercado la empresa hizo una campaña agresiva de publicidad en prensa, para crear una gran expectación antes de su salida al mercado.
Distribución
Para vender 50.000 kilos de pan diariamente se necesitaba una red de venta muy extensa, por lo que la gerencia de la empresa se plantea abrir numerosos puntos de venta, además de los que ya poseen entre todos los socios.
Estos nuevos puntos de venta serán unos pequeños kioscos de madera y cristal, muy atractivos estéticamente y repartidos por toda la ciudad. La empresa terminó absorbiendo a numerosos panaderos de barrio que no podían competir con los costes de producción y que pasaron a ser repartidores de la empresa.
Interior de la fábrica de pan.
Las fábricas de harina
Antonio Valcarce quería incluir una fábrica de harinas en sus negocios para abaratar costes de producción, para lo cual construyó una en el recinto de su planta con 4 grandes silos que podían verse desde cualquier punto de la ciudad.
Poco después, Valcarce, para garantizar sus suministros de harina, adquirió una antigua harinera, la Molinera Gallega, situada en la calle Garcia Barbón que funcionó a finales del siglo XIX. Problemas burocráticos le impidieron sacar esta empresa adelante, por lo que decidió comprar una harinera en plena Castilla. Así se hizo con una fábrica de harinas en Peñaranda de Bracamonte, en la provincia de Salamanca.
En los años 30 una década muy inestable políticamente, Valcarce tuvo problemas laborales con sus trabajadores hasta llegar a una huelga acaecida en 1936, año en que estalla la Guerra Civil.
La Guerra Civil
En el período bélico Galicia se situó como lugar de aprovisionamiento del ejército nacional, así la Panificadora suscribió un acuerdo con éste mediante el cual el ejército le suministraba la harina a la empresa y ésta le cobraba una pequeña cantidad por cada pieza.
La empresa de esta forma mejoró su cuenta de resultados lo que le permitió adquirir otra fábrica de harinas en Fontiveros, en la provincia de Ávila. Durante la Guerra Civil el pan en Vigo, al igual que en todo el bando nacional, estuvo racionado. Cereales como el trigo en este período estuvo controlado por el Servicio Nacional del Trigo, al que todos los productores estaban obligados a vender sus cosechas que se registraban mediante declaración jurada.
Las existencias de maíz en Vigo y provincia también estaban controladas a través de los almacenistas, lo que no impedía que parte del maíz se ocultara para venderse en el mercado negro.
Todas las harinas de cereales panificables debían de utilizarse en la fabricación de pan, siendo ilegal destinarlas a confitería, de ahí el dicho “no está el horno para bollos”. La venta de pan estaba racionada mediante la cartilla de racionamiento (imagen superior derecha). Esta cartilla estaba dividida en cupones que el comprador daba al panadero a cambio de la pieza de pan.
Si el número de cupones no coincidía con el número de piezas de pan que podía fabricar con el cupo de harina asignada a la panadería, ésta era sancionada con días de cierre temporal por la Subdelegación de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes.
La intervención era tal que el Gobernador Civil recomendaba a los propietarios-panaderos que sus ganancias debían ser moderadas, ya que en la España nueva las ganancias del patrono tenían que ser moderadas. Para lograr un mayor beneficio hubo panaderos que vendían la pieza de pan al precio establecido pero con un peso menor. Esto también ocasionaba sanciones.
Las inversiones de Antonio Valcarce
En los años 40, Antonio Valcarce poseía liquidez suficiente para la financiación de su industria y para invertir en otros negocios locales. De esta manera Valcarce se hizo con un paquete importante de acciones de la sociedad Tranvías Electricos de Vigo, de Vidrios La Florida y de la banca Viñas Aranda.
Valcarce llegó a poseer el mayor paquete accionarial de la compañía Tranvías, lo que le aupó al cargo de presidente del consejo de administración. Como presidente saneó la compañía y reorganizó los servicios, de forma que pasó de los 18 millones de viajeros en 1940 a 32 millones en 1950. La sociedad de Vidrios La Florida fabricaba vidrio hueco para botellas.
Respecto a la Banca Viñas Aranda, también se hizo con la presidencia de la entidad que poco más tarde pasaría a ser el Banco de Vigo. A finales de los sesenta Valcarce haría desinversiones en el banco para la financiacion de la Panificadora. El Banco de Vigo terminaría siendo absorbido por el Banco Popular.
En cuanto a Tranvías Eléctricos, en los años 60 en Vigo, como en el resto de España, se comenzaron a sustituir las empresas de tranvías por las de autobuses. En 1964 los socios de Tranvías constituyen la sociedad Transportes de Vigo S.A. previendo tal coyuntura con un capital de 10 millones de pesetas. Con la entrada de Rafael Portanet en la alcaldía de la ciudad se convocó un concurso que ganaría la empresa Vitrasa de capital asturiano. Tranvías Electricos de Vigo S.A. presentó expediente de crisis ante la delegación de Trabajo de Pontevedra en noviembre de 1968. Los tranvías recorriendo las calles de Vigo ya eran parte de la historia. Ahí comenzaría una larga lucha ante la justicia para que la empresa fuera indemnizada.
El final
La última etapa de Antonio Valcarce en sus negocios fue catastrófica. Tranvías ya había cerrado, Vidrios La Florida estaba viviendo una crisis importante y la Panificadora, con su dueño ya mayor sufre con los cambios que se producen en el consumo, además la maquinaria ya está obsoleta y financieramente la empresa está herida.
Antonio Valcarce fallece en 1978. Ese año Ganasa declararía quiebra, a los dos años la Panificadora suspende pagos y sus activos son vendidos. En 1980 finaliza la vida de una industria panadera que en su momento fue la fábrica de pan más moderna de España.
El edificio hoy
Tras la quiebra de la empresa en 1980, la factoría fue cerrada y abandonada en 1981. En 1987 la Panificadora fue vendida a la inmobiliaria Promociones Montelouro S.A. En 1988 se firmó un convenio con el Ayuntamiento de Vigo para su demolición y la reedificación de la parcela, que no fue llevado a cabo por temas legales.
En octubre de 2010 el Ayuntamiento suspendió las licencias de edificación de un bloque residencial en la parcela. En marzo de 2011 el Ayuntamiento anunció un flamante proyecto de rehabilitación del complejo que albergaría la futura Biblioteca Pública Estatal de la ciudad, financiada por el Ministerio de Cultura con una superficie de 5.000 metros cuadrados y que se situaría en el edificio principal.
Proyecto de dotación cultural para La Panificadora.
Otras equipaciones culturales como una nueva sala de exposiciones iría en la planta baja del edificio y los fondos del archivo municipal se concentrarían en los característicos silos de la empresa panificadora. La nave que da a la calle Santiago acogería las escuelas artísticas municipales, mientras las construcciones orientadas a la calle Falperra serían destinadas a aulas de estudio para los estudiantes vigueses. El complejo contaría también con locales para pequeños negocios y hostelería.
En 2013 el Concello de Vigo anunció la posibilidad de expropiar todo el complejo, algo que todavía no ha ocurrido. El 10 de octubre de 2016 se pone en marcha la comisión técnica formada por Concello y Consorcio Zona Franca para impulsa la rehabilitación de la Panificadora.
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