La calle López Mora parte del cruce con la de Tomás Alonso y la de Pi y Margall, cruce conocido desde muchísimos años como Peniche. La placa estaba colocada en la fachada de unas antiguas casas donde había un pequeño bar y donde, también, muchos años antes, había un control del fielato, aquella aduana de los tiempos de la posguerra que la juventud de hoy ni siquiera podría imaginar, y que servía para controlar el movimiento de alimentos al margen de la ley: huevos, carne, aceite…, porque no se podían trasladar libremente de una población a otra; era la época del estraperlo. Aquellas pequeñas casas, que figuran en otra fotografía que acompaña este comentario, formaban un complicado y molesto embudo en el Camiño dos Pazos, una pequeña calle que une la calle Menéndez Pelayo con el cruce de Peniche.
El cruce de Peniche, además, era un nudo del transporte tranviario, puesto que unas líneas continuaban por la calle Tomás Alonso y otras por López Mora. Y desde Peniche se bajaba hacia la histórica sala de fiestas Las Cabañas, próxima a la escuela de Peritos (actual escuela de Ingeniería Industrial, en la calle Torrecedeira), y estaba ubicada, concretamente, al inicio de la calle Torrecedeira en dirección al centro, frente a la estatua de Juan XXIII, casi a las puertas de la que fue farmacia de Chano Piñeiro, el inolvidable e inimitable director de cine gallego que nos deleitó con obras maestras como “Sempre Xonxa”, en la que debutó como actriz cinematográfica nuestra querida y admirada Uxía Blanco, una de las mejores actrices españolas de la actualidad, capaz de abordar todo tipo de papeles tanto en el cine como en el teatro, y con una gran formación académica; una mujer magnífica, bellísima, elegante, e inigualable.
En las inmediaciones del cruce de Peniche existían casas singulares que el progreso —-el implacable progreso urbanístico de esta ciudad—-, realizado sin control durante décadas, fue llevándose por delante con la promesa incumplida de recuperarlas para otros menesteres.
Ahora, en ese cruce de Peniche, concretamente donde estaban aquellas pequeñas casas que formaban el mencionado embudo, preparan —ya están ultimando— una pequeña plaza que se denominará “Praza da Aperta”, diseñada por Antón Pulido, el pintor gallego actual con mayor proyección internacional. Las letras de la palabra “Aperta” son los propios bancos de la plaza, llenos de color, y con el resto del conjunto, cuando ya esté terminado, llenará de alegría este rincón que, durante mucho tiempo, sólo fue un lugar de paso.