La rampa mecánica que se está instalando en la Gran Vía de Vigo no está exenta de polémicas. La rampa va acompañada de una remodelación de todo el tramo de la calle, con la tala de los árboles y la eliminación del bulevar de la parte central, lo que no ha gustado a muchas personas. Sin embargo, conviene aclarar que esa parte central, aunque muy bonita y singular, no era prácticamente utilizada por nadie; realmente era lo que vulgarmente se llama un cagadero de perros. En cuanto a los árboles de las aceras, algunos estaban enfermos y otros habían crecido de tal modo que ya molestaban a los primeros pisos. Sea como fuere, es de suponer que con el paso de los años los nuevos árboles volverán a darle el esplendor que merece la calle.
La rampa mecánica resultará muy cómoda para todo el mundo y también facilitará el desplazamiento de las personas con dificultades por cuestiones de salud o discapacidad. Pero en estos momentos, las cubiertas coloristas y acristaladas están motivando el incomodo de algunas personas que lo tildan de invernadero.
Cuando el Partido Popular al frente de la Xunta de Galicia termine por dar vía libre para completar su construcción, con el paso de los años, cuando esté totalmente completa desde la Rúa Urzaiz hasta la Praza de América, la rampa constituirá una señal de identidad de la ciudad de Vigo y una comodidad que agradecerán nativos y foráneos y ya nadie recordará que al principio hubo quien se oponía, porque el tiempo siempre pone todo en su sitio.