Bernardo González del Valle, Cachamuiña, está considerado el gran héroe de la Reconquista de Vigo. En la noche del 27 de marzo de 1809 logró derribar la puerta de A Gamboa, tomando el hacha que poco antes empuñaba Carolo, un viejo marinero del Berbés que cayó muerto por los disparos de los defensores franceses encaramados a lo alto de las murallas. Aquel día, este oficial de granaderos resultaba herido por varios impactos de bala y entraba en la historia local con su sobrenombre, Cachamuiña, por el que fue conocido en vida por ser su aldea natal en el municipio ourensano de Pereiro de Aguiar.
Sin embargo, la condición heroica de Cachamuiña no se tradujo en su bienestar material. Bien al contrario, murió empobrecido, reclamando los salarios que le habían prometido para su retiro y los honores que nunca recibió. En una carta datada hace ahora dos siglos, en 1824, encontramos al protagonista de la Reconquista pidiendo justicia.
Despacho de Hacienda
La misiva está fechada el 17 de septiembre de 1824 y dirigida al secretario del despacho de Hacienda, que era primo suyo y al que comienza saludando afectuosamente e interesándose por la salud de su familia. Pero enseguida entra en materia: “Dejé de escribirle varias veces por no incomodarlo ni distraerlo de sus amplios asuntos; lo hago ahora participándolo de que estamos alistándonos Pepita y yo para marchar a Valladolid en el seguimiento de la apelación del pleito para donde saldremos en ocho días”.
Previamente, pasarán por Santiago y A Coruña “para amañar algunas cosas y ver si encontramos algunas cartas”. Bernardo González le pide a su primo que le recomiende a sus amistades en A Coruña y en Valladolid: “Espero de su amistad que si tuviese algunos amigos (…) nos proporcione los que pueda a fin de introducirnos y hacer valer la justicia”. La Pepita a la que se refiere Cachamuiña en esta carta es Josefa Ballesteros Carasa, su esposa.
La familia de Cachamuiña
Hay que decir que Bernardo González del Valle era de una familia relativamente acomodada. Se conserva todavía su casa familiar en la aldea de Cachamuiña, propia de un hidalgo de la época. De hecho, su padre, Ignacio González Cid, era capitán del regimiento militar de Ourense, mientras que su madre, Juana del Valle y Surribas, era heredera de un rico mayorazgo en el pueblo de Trasariz.
Pero Don Bernardo tuvo poca fortuna. Cachamuiña perdió aquel pleito, por el que intentaba librarse de pagar a un pariente por ciertos morgados, concesiones normalmente de tierras que generaban una renta. Todavía en 1827, escribía de nuevo pidiendo la exención de estos pagos, atendiendo a sus “relevantes servicios militares”, a lo que había que añadir “el atraso en los pagos de varios años en distintas épocas, que nunca reclamó”. Porque, en efecto, Bernardo González del Valle apenas gozó de reconocimiento en vida.
Gobernador de Vigo
Fue nombrado gobernador de Vigo, aprovechando que se encontraba convaleciente de los cuatro balazos recibidos en la acción de la Porta da Gamboa, pero no disfrutó de premios en metálico ni grandes distinciones. En 1811, pidió el retiro, como inválido de guerra. Le fue concedido, con una remuneración de 1.800 reales, pero no empezaron a pagarle hasta 17 años más tarde.
En otra carta de Cachamuiña a su primo, fechada en 1828, reconoce que está arruinado: “Ahora que me veo estrechado por las cuentas, me valgo, como acostumbro, del favor y patrocinio de Vuesa Merced (…) con el fin de cobrar mis sueldos atrasados”. Lamenta el héroe de la Reconquista que tiene grandes gastos y que no se le pagan sus rentas, con una deuda acumulada que ya supera los cuarenta mil reales.
Cachamuiña, «vecino y arruinado»
“Triste suerte la del popular héroe vigués”, se lamenta el cronista Xosé María Álvarez Blázquez en su libro “La ciudad y los días”, que se apiada de un Cachamuiña “vencido y arruinado en el pleito del morgado, mendigando, en fin, el pago de sus haberes atrasados”.
Se suceden luego las cartas de Cachamuíña en las que pide al Reino que le abonen algún dinero, porque vive en la penuria, de préstamos. En 1829, aún lo encontramos cobrando diezmos por las puertas, para el Obispado de Lugo. Murió el 6 de septiembre de 1848, sin la gloria ni la fortuna que sí tuvo Pablo Morillo, arrogado como héroe vigués aunque en realidad fuese el peor enemigo de esta ciudad, en la que entró a sangre y fuego en 1823 para arrebatarle la capitalidad provincial e imponer el absolutismo al mando de las tropas de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Honras de muerto
Sin embargo, el zamorano se aupó al generalato y disfrutó de grandes honores en vida. Por el contrario, Bernardo González del Valle recibió más honras de muerto, especialmente tras el traslado de sus presuntos restos en 1932 al cementerio de Pereiró, donde un mausoleo todavía hoy lo recuerda. Para rizar el rizo de su infortunio hay que anotar que ni siquiera es seguro que los restos de Cachamuiña sean auténticos.
Su tumba en Ourense había sido removida décadas antes y se cree que sus despojos acabaron en un osario. Por lo tanto, es difícil certificar qué hay realmente enterrado en el monumental sepulcro del camposanto vigués.