Antaño, en la ciudad de Vigo y su entorno se extraía sal marina. En diferentes localizaciones de la ciudad existieron diversas salinas, una de ellas, actualmente musealizada, en los bajos del edificio del ambulatorio de la Rúa Rosalía de Castro, la cual constituye una visita muy recomendada.
Incluso en las proximidades de la desembocadura del río Lagares existe una zona pantanosa que en el siglo XIX se utilizaba para la extracción de sal mediante unas pequeñas compuertas que retenían el agua del mar cuando subía la marea.
Ahora ya no existe ninguna instalación de ese tipo, pero la sal sigue haciendo sus estragos. La sal es una substancia muy corrosiva, capaz de reaccionar con los materiales férricos y transformarlos en óxido.
Esta bicicleta que muestra la fotografía estaba en los embarcaderos de los barcos que hacen el servicio de pasajeros de la ría. Se observa completamente corroída, salvo las partes plásticas o de goma. La sal de la ría de Vigo sigue siendo igual que en otros tiempos, aunque ahora ya nadie se ocupe de extraerla. Quizá algún día vuelva a ser negocio.