En algún lugar del Casco Vello de la ciudad olívica se puede observar una senda de hormigas que parecen dirigirse a un destino no desvelado, pero que invitan a acompañarlas en su viaje. Pero las hormigas del suelo no son las únicas existentes. Una camarera de un local de la mencionada zona luce un tatuaje similar en uno de sus brazos. Todo parece obedecer, por lo tanto, a alguna razón que sólo es conocida por iniciados. Por lo pronto, cualquiera puede intentar descubrir ese enigma mientras disfruta de una oferta hostelera variada y animada en el viejo barrio vigués.