Frente a la ciudad, en el extremo de la península de O Morrazo, existe un rincón donde parece terminarse el mundo, desde donde casi se pueden tocar las Islas Cíes con las propias manos, donde puede contemplarse el mar abierto, el océano inmenso. En ese extremo de la tierra existen playas paradisíacas y unos pequeños faros que resultan indispensables para la navegación, que orientan con su haz la trayectoria de grandes y pequeños barcos. Es un lugar desconocido —quizá por suerte o quizá por desgracia— para la mayoría de los foráneos que visitan las Rías Baixas, un lugar mágico por donde se esconde el sol todas las tardes, y ese lugar se llama “Cabo Home”.