Nuevos documentos arrojan luz sobre un episodio olvidado de la historia de Vigo: la Expedición Británica a Vigo de 1719 (British Expedition to Vigo), que dejó trescientos muertos y heridos tras días de intensos bombardeos, que arrasaron a los sitiados en una auténtica carnicería. Diseñada como operación de castigo contra España en la Guerra de la Cuádruple Alianza, es uno de los momentos más dramáticos para la fortaleza de O Castro. Sucedió hace tres siglos y siempre se ha contado desde las fuentes locales, sobre todo gracias al “Diario del sitio del Castro de Vigo por los ingleses en 1719”, crónica de los hechos descubierta por el escritor Fermín Bouza Brey. Sin embargo, abundan también las fuentes de la otra parte, que hemos localizado en la Biblioteca Británica.
Llaman la atención dos obras satíricas, de autores anónimos, que se mofan de los jacobitas, partidarios del rey católico Jacobo II y de la casa Estuardo, a quienes apoyaba Felipe V de España en esa guerra. El primero es “Una epístola consoladora a los jacks de Gran Bretaña, escrita originalmente en español, con motivo de la Toma de Vigo; por un capitán irlandés, romano, español, fugitivo y rebelde”. Se trata de un poema en el que se hace escarnio de los ‘jacks’, una forma despectiva de referirse a los seguidores de Jacobo. Otra versión de la obra tiene el mismo título, pero cambia ‘jacks’ por ‘cats’ y supone un poema alternativo, también publicado en Londres, pero haciendo la broma de que ha sido escrito en Vigo por un muy católico caballero que se lamenta de la horrible derrota sufrida a manos de las fuerzas británicas.
Pero las fuentes con mayor valor histórico están en los diarios de la época, especialmente en The London Gazette, que en 1719 se edita diariamente y se considera una especie de boletín oficial del reino. La primera noticia aparece el 20 de octubre de 1719. Se trata del 10 de octubre en España, por el desfase de diez días existente en la época entre el calendario Juliano y el Gregoriano, que los ingleses no acatarán hasta unas décadas más tarde, en 1752.
Se trata de un extenso texto encabezado por esta nota: “Anoche llegó [a Londres] el mayor Flecher, ayudante de campo de Lord Vizconde Cobham, desde Vigo, con el siguiente informe”. Hemos realizado la traducción.
Allí narra cómo “Su Excelencia el Lord Vizconde Cobham, con los buques de guerra comandados por el vicealmirante Mighells, y los transportes con sus fuerzas a bordo, llegaron a la costa de Galicia, aguardando tres días que el capitán Johnson se uniese a ellos; pero no teniendo noticias de él, y ante el peligro de permanecer ante la costa en esta época del año con transportes, se tomaron medidas para actuar sin él. El viento nos fue favorable para dirigirnos a Vigo, con lo que Lord Cobham tomó la resolución de dirigirse allí”.
“El 29 de septiembre, entraron en el Puerto de Vigo, y los granaderos desembarcaron inmediatamente a unas tres millas de la Ciudad, en una zona de playa”, continúa la crónica, que introduce un cambio sobre la historiografía tradicional, que asegura que los ingleses entraron en puerto dos días más tarde, el 1 de octubre, fecha inglesa (10 de octubre, fecha española). Según la crónica británica, llegaron el día 8 de octubre, por lo que una de las dos fuentes está equivocada en la datación. Queda por aclarar este nuevo dato.
En Vigo, son recibidos con una tímida respuesta de los defensores: “Algunos campesinos dispararon desde las montañas a gran distancia, pero sin ningún tipo de acierto. Su Excelencia bajó a tierra con los granaderos, y los regimientos les siguieron en los botes que podían transportarlos. Esa noche y el siguiente día y noche, las tropas durmieron sobre sus propios brazos. Mientras tanto, fueron llevadas a tierra provisiones para cuatro días, y se apostaron guardias en varios lugares a una milla de la ciudad”.
El 1 de octubre, Cobham se traslada a la ciudad y acampa en sus proximidades. “Este movimiento del ejército hizo ver al enemigo que se hacían preparativos para atacarles, tras lo cual dispararon el cañón de la Ciudadela [O Castro] y parecían decididos a abandonar la ciudad para refugiarse con sus habitantes en la fortaleza. Con lo cual Lord Cobham envió parlamentos de rendición y esa misma noche el brigadier Honywood con 800 hombres tomó el fuerte de San Sebastián, que el enemigo también había abandonado”.
Los británicos comienzan entonces a disparar con un buque de guerra “aunque con poco acierto debido a la gran distancia”. Por esta razón, desembarcan esa noche “un gran número de grandes morteros […] Entre cuarenta y cincuenta de ellos, grandes y pequeños, fueron colocados bajo el fuerte de San Sebastián y comenzaron a bombardear la fortaleza durante cuatro días con gran acierto”.
De la crónica viguesa, sabemos que aquello fue una masacre: “Tiraron con tal acierto que todas las bombas entraban dentro del castillo”, escribe el cronista local en el “Diario del sitio del Castro de Vigo·. Los defensores no tienen dónde guarecerse salvo la pequeña capilla y terminan bajo unas tiendas de campaña. “Saludaron al castillo con una carga de más de cuarenta bombas y continuaron hasta la noche sin parar, y sólo en ese día arrojaron más de seiscientas bombas dentro del castillo”, narra el cronista de la época.
Los británicos tienen una visión bien distinta: se congratulan de la eficacia de sus bombardeos, que provocan en O Castro una carnicería: “El cuarto día, su Señoría ordenó desembarcar un gran cañón de un barco, y junto a otros que encontramos en la ciudad, los colocamos también en el fuerte de San Sebastián. En ese momento Lord Cobham envió al Gobernador de Vigo una citación para que se rindiese. De no hacerlo, la batería de cañones estaba lista y no habría cuartel”.
Con bandera blanca, accede a la fortaleza de O Castro una misión británica: “El coronel Legoniere fue enviado con el mensaje, pero encontró que el Gobernador Don Joseph de los Cereros en realidad había sido evacuado el día anterior de la fortaleza tras resultar herido [en un brazo]. El teniente coronel que mandaba en su ausencia pidió tiempo y permiso para enviar un mensaje a Tui, para recibir sus órdenes. Pero, viendo que las hostilidades podrían continuar si ellos no aceptaban los Artículos de la Capitulación si ningún retraso, finalmente accedió”, narra la crónica de The London Gazette.
El texto recoge los artículos de la capitulación, que no aparecen en las fuentes locales, como que el teniente coronel De Sotto, comandante en jefe del Castro, “ofrece rendirse a Su Excelencia el Señor Cobham, Generalísimo de las Tropas del Rey de Gran Bretaña”, constatando “el miserable estado en que se halla la guarnición y que los heridos ya no cabían en una mina que servía de hospital, que no había oficial ni soldado que se pudiese mantener en pie, ya que hacía seis días y noches que ninguno comía ni tenía el menor descanso”.
Entre el articulado está que la guarnición de tropas regulares en el castillo pueda salir, que haya carruajes para los oficiales, que puedan tomar el camino de Ponte Sampaio con toda seguridad, con provisiones para cuatro días. También piden que se concedan carruajes para los heridos, tanto soldados como campesinos. Y que los que no puedan ser transportados se queden en Vigo hasta que estén curados. O que puedan ir hasta la ciudad de Vigo para tomar su ropa. Todo ello les es concedido.
“La guarnición salió el 10 de la mañana, compuesta por siete Compañías del Regimiento de España, y del Regimiento de Valencia, que asciende a 469 hombres, habiendo más de 300 muertos o heridos por nuestras bombas. A nosotros nos costó dos oficiales y tres hombres muertos”, escribe The London Gazette.
Tras la rendición llega el saqueo: “No se ha hecho una cuenta exacta de los almacenes de guerra encontrados en la ciudad y en la ciudadela, pero cuando se haga la cuenta será muy considerable”. Encuentran grandes cañones de hierro en Vigo “y en la ciudadela otras 43 piezas, de las cuales quince son finas pistolas de latón, y dos grandes morteros; además por encima de 2.000 barriles de pólvora y varios cofres de armas, que ascienden a unos 8.000 mosquetes”.
Los ingleses sospechan que no es casual el acopio de tantas armas, un arsenal que apunta a un futuro ataque sobre Inglaterra: “que debían haber visitado Gran Bretaña en primavera”.
Luego siguen arrasando la comarca: “Su Señoría envió un Partido a Redondella, donde encontraron abandonado el antiguo Fuerte, en la ruina, y los habitantes huyeron. Esta Parte de la Provincia estaba tan consternada, que se cree que la mitad de la gente ha huido a Portugal”.
Además, arrasan los efectivos del puerto: “Siete barcos fueron capturados en el puerto de Vigo: tres de los cuales fueron preparados para corsarios y uno para llevar las armas”.
En una nueva crónica, datada el 27 de octubre, The London Gazette relata el saqueo de Pontevedra y los enseres embarcados en Vigo. Lleva las noticias el Mayor Roberts, enviado por Lord Cobham antes de zarpar de la ría viguesa. En el botín se suman 300 barriles de pólvora y otros 86 cañones de hierro, que son embarcados en la flota británica.
Cobham elude narrar que también han decomisado todo el vino de la comarca y que la borrachera general ha derivado en saqueos de sus tropas y abusos sobre la población civil. Esto sí aparece en las fuentes gallegas.
Pero sí relata que ordena incendiar todos los carruajes encontrados en Vigo. Y también que hacen volar con pólvora y metralla la cisterna de la fortaleza de O Castro.
Las noticias de Vigo vuelven a aparecer en ejemplares del mes de noviembre, pero ya sólo para dar cuenta del regreso al Reino Unido de Lord Cobham con su flota, o para presumir para poner como ejemplo La Toma de Vigo como un hecho heroico en esa guerra, en la que los ingleses certificarían su dominio naval, que perduraría durante dos siglos.
Es, en definitiva, la otra parte de una misma historia olvidada. La de ‘The Capture of Vigo’ o ‘British Expedition to Vigo’, un hecho bien publicitado en Londres y una derrota poco narrada aquí. Y que tiene otra visión en las fuentes más allá del canal de la Mancha…