Este Mickey Mouse de la fotografía siempre está vendiendo globos en la Rúa do Príncipe o en la Praza da Independencia, de Vigo. Lleva haciéndolo tanto tiempo que ya es un clásico. Las niñas y los niños de algunas generaciones han podido disfrutar de su presencia, muy animada, y han podido divertirse con un personaje que parece real. Pero debajo de ese disfraz vistoso y colorista está un hombre, un ser humano que se gana la vida honradamente haciendo felices a las niñas y a los niños que pasean con sus mayores.
A ese Mickey siempre lo acompaña la música de un gran altavoz y lleva el ritmo, aunque no habla, pero se muestra muy amable mientras prepara los globos con los que se gana la vida. La fantasía infantil parece una realidad y es tan animada que incluso algunos pequeños se animan a llevar el ritmo. Ojalá el Concello pudiera contratar a este y a otros personajes similares para hacer las delicias de los más pequeños, al fin y al cabo constituye un atractivo turístico que, además, ya forma parte de la vida de muchos vigueses.